Capítulo 53

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- Tuvimos que desconectar el teléfono, porque los reporteros no paran de llamar – Anuncia Hunter, asomando la cabeza a mi oficina. Tiene la deferencia de no darme la mirada de lástima que he recibido de todo el mundo desde que el asunto se hizo público – Diles a los proveedores o con quien tengas pendiente alguna comunicación que te llamen a tu celular, ¿Vale?

- Lo haré. Gracias – Intento sonreír. Él solo asiente y sale de mi oficina.

Me quedo frente a dos docenas de bocetos de nuestra línea con Kate West que debo aprobar, pero apenas puedo ver. De alguna manera, en medio de mi sed de sangre, no se me ocurrió pensar que hacer público todo esto sí que hundiría a Vanderbilt, pero también despertaría una gran curiosidad sobre mí. Ahora él está bien hundido, y yo estoy aquí afuera para ponerle la cara a todo el desastre. Yupi por mí.

Mi celular suena de repente, sacándome de mi ensimismamiento.

- ¿Sí?

- Necesito que estés en mi oficina en menos de media hora – Anuncia Melanie sin saludar – Deja lo que estés haciendo. Es de vida o muerte

- No puedo. Tengo una reunión con...

- Cancélala – Me interrumpe – Emitieron una orden de arresto contra Nix y una demanda contra ti

- Pero... - Balbuceo

- No me jodas, Alexandra. Con este truco de relaciones públicas que se te ocurrió lanzar sin avisarle a nadie me complicaste la vida de una manera que no te imaginas, así que solo deja cualquier maldita cosa que estés haciendo y aparece aquí en media hora

Y entonces me cuelga.

Tambaleándome, recojo mis cosas y llamo a Sasha para contarle lo que acaba de pasar. Insiste en venir conmigo, pero ahora debe hacerse cargo de las reuniones que no pude cancelar, así que insisto en que me deje ir, porque voy a estar bien. Al menos, debería estar bien. Tengo lo que quería, ¿Verdad? Entonces...¿Por qué me siento como si fuera a vomitar?

No han pasado ni 15 minutos cuando me encuentro en el estacionamiento del edificio que ocupa Evans Atlas. Llamo el elevador para subir a su planta, y luego me impaciento porque se está demorando una eternidad. También, emite unos sonidos bastante extraños y francamente alarmantes, pero no hay manera de que suba 15 pisos por la escalera, así que espero.

Bajo la mirada a mi celular y empiezo a atender temas laborales cuando siento que alguien se detiene frente al elevador junto a mí. Inhalo una honda bocanada de aire y me llega inundada de su olor: ese aroma a hombre y a colonia cara que siempre ha puesto a girar mi cerebro. Levanto la vista lentamente, permitiéndome pasar de sus informales mocasines cafés hacia sus jeans oscuros y recorrer todo el tramo de la camisa gris oscura cuyas mangas largas lleva dobladas en los codos para finalmente llegar hacia su rostro. Los ojos azules oscuros de Gabriel Atlas me devuelven la mirada con una emoción que no sé descifrar. Luego me saluda con un asentimiento.

- Gabriel – Balbuceo – Tú...uh...¿Qué haces aquí?

- Me imagino que lo mismo que tú. Vine a ver a mi abogado – Responde, doblando distraídamente la pata de sus lentes de sol y dejándolos colgar en el cuello abierto de su camisa

- ¿Por qué? – Pregunto estúpidamente, porque su hostilidad es palpable y aunque me imaginé que estaría enojado por este asunto, siempre pensé que podría hablarlo con él en un ambiente tranquilo en el que pudiera explicarme

- Voy a guardarme eso, si no te importa. No quisiera que mis asuntos caigan casualmente en la emisión de la mañana de CNN

La puerta del ascensor decide abrirse en ese momento. Él oprime el piso de Evans Atlas y se recarga en la pared del fondo del elevador. Yo me quedo de pie junto al panel mirando de él a mis pies sin saber qué decir.

Dos cartas de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora