Capítulo 46

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Dice bastante el hecho de que Jason guarde silencio cuando entro como una tromba a su oficina y voy derecho al minibar. Me sirvo dos dedos de whiskey y me los bebo en un solo trago. Me vuelvo a llenar la copa antes de volverme hacia él.

- Ya presentó la demanda – Anuncia

- Bien. Dale todo, lo que quiera – Indico, con un desdeñoso movimiento de mi mano – Mi licencia, mi vida, lo que quiera. Dale el caso. Dale todo. Te envié a tu correo el acuerdo más blindado del mundo para que si las fotos se conocen, lo pague con su vida. Necesito que lo revises, pero quiero hacerlo llegar de mi parte. Puede que sea mi último acto como abogado, pero quiero que al menos eso venga de mí, para que si lo incumple sepa que soy yo quien lo estará hundiendo. También redacté un comunicado de prensa para anunciar mi dimisión del caso y hablé con la gente de la constructora. Hay una posibilidad razonable de que me demanden también, pero da igual. No puedo lidiar con eso ahora, ¿qué más necesitas?

- Que te calmes – Pide Jason tranquilamente - ¿O solo borro tu nombre de la pared de entrada porque a partir de hoy te vas a dedicar a la venta de burritos en Lexington?

- No he pensado en nada más allá de hoy, no sé, Jason – Suspiro, pasándome una mano por el pelo – Solo quiero que la pesadilla termine para ella, ¿tienes idea de lo que le he quitado?

- Vanderbilt le ha quitado mucho – Corrige mi socio, tan calmado. Por un instante miro su pelo negro petróleo y sus ojos azules y veo los de su sobrina, excepto que los de Sasha estaban llenos de condena y Jason me mira nada más que con solidaridad

- ¡Por mí! – Exclamo, echando las manos al aire - ¡El hecho de que yo la quiera la está haciendo pedazos por segunda vez! Solo...por favor, Jason. Dale al tipo lo que pida hasta que firme el acuerdo de confidencialidad y no divulgación de las fotos. Asegúrate de que las destruya. Después de eso intenta salvar el caso y lo que puedas. Va a pedirte una garantía, así que asegúrale que no volveré a ejercer. Dile que firmaré lo que quiera, solo...por favor...

Escucho mi voz volver a quebrarse y apuro un trago de whiskey, porque honestamente en este momento todo duele. Mis ojos apenas se mantienen abiertos, mi garganta está medio en llamas por mis sollozos y el whiskey solo está agudizando mi dolor de cabeza, pero necesito sentir que controlo algo.

- Voy a hacer lo que me pidas, Gabriel. Pero si conozco en algo Alex, estoy seguro de que, si no estuviera tan abrumada como para tomar una decisión, le gustaría que lucharas – Asegura

- ¿Qué luche por qué? – Exclamo, dejándome caer en su sillón – No me importa, Jason. No me importa nada de esto si en el proceso voy a lastimarla. Tú no viste como lloraba. Tú no...Solo...Por favor... - Repito estúpidamente

- Bien, bien – Me dice, poniendo las manos al aire. Luego me da un cariñoso toque en el hombro – Esto no es tu culpa, Gabe. Ve a casa y descansa un poco. Voy a hacer lo que pueda

- Gracias, hermano – Apuro lo que queda en mi vaso y me pongo de pie. Jason me da un rápido abrazo, porque no somos del tipo cariñoso, sino de los que ganan juicios uno para el otro.

Veo la preocupación en su cara cuando me deja ir, como si quisiera decir algo más y no supiera qué. No solo es un hombre profundamente enamorado de su mujer, que entiende perfectamente lo que es sentirse capaz de hacer cualquier cosa por ella, sino que me conoce demasiado y sabe que esta injusticia me toca profundamente por más razones que las obvias.

Salgo de su oficina sin agregar nada más. He comido tan poco que los dos whiskeys medio se me subieron a la cabeza, pero me da igual conducir hasta mi casa medio achispado y parcialmente dormido como estoy.

Dos cartas de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora