Capítulo 54

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Toco el timbre después de haber estado frente a la puerta lo que parece una eternidad.

Cuando Meredith me abre, solo suspira.

- Alex – Me dice, a modo de saludo, y la decepción en su tono es un balde de agua fría.

Por fin he dejado de llorar, pero mi maquillaje hace rato que pasó a la historia y mis ojos están tan hinchados que apenas puedo mantenerlos abiertos. Meredith me mira como una madre miraría a su hijo más descarriado, y me encojo ante el hecho de que no se hace a un lado para dejarme pasar.

- Por favor – Balbuceo, sin agregar nada más. Sé que Jason es un gran amigo de Gabriel y que Nix es una de las personas a las que más aprecia, pero nadie se interpondría entre él y una bala como esta mujer

- No está aquí, Alex – Niega lentamente con la cabeza – Me mandó un mensaje diciendo que no lo esperara para cenar. Que estaba bien, pero que quería estar solo

- Solo quiero hablar con él, Mer. Por favor – Sollozo, y las lágrimas vienen a empañar de nuevo mi vista

- No sé dónde está, Alex. Lo siento – Me responde ella, y parece honestamente triste por todo esto

- Vale. Gracias – Murmuro, secándome los ojos. Empiezo a dar media vuelta para irme cuando ella me detiene

- Espera, Alex – Indica, y toma suavemente mi mano entre las suyas. Cuando ve que no huyo del contacto, entrelaza sus dedos con los míos de una manera maternal que nunca habría asociado con ella – Odio que Gabriel haya sido un daño colateral tan horrible en este proceso, pero estoy muy feliz de que le hayas dado su merecido a Andrew. Gracias – En contra de toda lógica, me río

- Si, esa parte fue bastante satisfactoria. Cuando todo esto pase, lo celebraré como se debe – Prometo

- De verdad no sé dónde está Gabriel, pero si realmente quieres verlo, estoy segura de que Nix sabe – Me confía Meredith en voz baja. Luego se despide con un asentimiento y cierra la puerta en mi cara.

Resulta ser que no es que Nix sepa en realidad donde está Gabriel, sino que sabe exactamente cómo rastrear su celular, así que cerca de 2 horas más tarde, cuando el reloj de mi salpicadero indica que son casi las 9 de la noche, finalmente lo veo.

Dejo mi auto estacionado en el mismo lugar que la última vez que estuve aquí y atravieso todo el jardín hasta la playa. Salgo de mis sandalias de tacón alto y las sostengo en la punta de mis dedos mientras me acerco a él. Lleva los jeans doblados casi hasta la rodilla y está parado en donde rompen las olas que caprichosamente vienen a lamer sus pies de vez en cuando. Se lleva a los labios un botellín de cerveza y bebe un trago ansioso. Luego, mira la luna y suspira.

- Hola – Me saluda, sin siquiera haberse vuelto a mirarme. Doy un respingo y dejo caer mis sandalias, estando a punto de perderlas en la marea. Las capturo como puedo y las lanzo a ciegas hacia atrás en la arena

- Hola – Lo saludo en voz baja, finalmente llegando a su lado. Aun sin mirarme, me ofrece el botellín. Lo tomo solo por hacer algo, y me trago un sollozo cuando descubro que es una Corona en la que flota una rodaja de limón

- A Nix le creció una conciencia de repente y me avisó que venías – Me informa, lo que explica porque se toma mi aparición tan tranquilamente, considerando que recorrí todo el camino desde Nueva York hasta la casa de sus padres en Los Hamptons y aparecí básicamente de la nada

Dos cartas de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora