Sigues concentrada en la pregunta de tu papel, con las cejas fruncidas mientras lees y relees el enunciado, tratando de diseccionar la información en busca de una posible solución durante los últimos veinte minutos, pero sin éxito. Suspirando en voz alta, cruzas los brazos encima de tus hojas de trabajo y apuntes y dejas caer la cabeza, cerrando los ojos al sentir el leve palpitar de la vena en tu sien, un dolor de cabeza estaba a punto de llegar.
Al escuchar el sonido del pomo de la puerta de tu habitación girando, supiste que era Chanhee quien se acercaba. Quién más estaba en tu piso compartido aparte de tu guapo novio. Con los pies pisando suavemente el suelo de madera de tu habitación, se acercó a ti hasta que pudiste sentir su presencia detrás de ti.
—¿Estás bien? —Con sus suaves dedos acariciando tu pelo hacia atrás, tus hombros tensos se relajaron ante su toque mágico. Suspirando fuertemente una vez más, tarareaste tu respuesta como para decir que estás bien, pero no.
Sonriendo suavemente por lo adorable que eras cuando estabas cansada y frustrada, Chanhee te masajeó los hombros durante un rato, que tarareabas contenta pero quejándote una vez que paró, te levantó lentamente enderezando tu espalda en la dura silla de plástico. Una cara malhumorada con los labios fruncidos se enfrentó a la suya. Sabiendo que estabas molesta, soltó una pequeña risa divertida mientras te agarraba de la mano para que te levantaras.
Lentamente, como si el punto de gravedad estuviera justo debajo de ti y no en el núcleo profundo de la corteza terrestre, te colocas encima de él con los brazos alrededor de su cuello haciendo que Chanhee soltara un gruñido por la fuerza repentina pero que instintivamente te rodeara con sus brazos para evitar que tú y él, cayeran.
—Tomemos una pequeña siesta ¿Si? —Bajando la mirada a tu rostro, tus ojos ya estaban cerrados y tu cuerpo se hacía más pesado al apoyarse en el suyo mientras te entregabas poco a poco a los brazos de morfeo pero asintiendo con la cabeza. En serio, necesitas uno ahora mismo.
Besando tu sien, Chanhee hizo todo lo posible para maniobrar ambos en la suave cama que te esperaba sin que te cayeras. Una vez acomodados en la cama, sacó su teléfono del bolsillo y programó una alarma para la 01:00PM.
Una siesta de treinta minutos debería ayudarte a tener la mente despejada para continuar con tu trabajo. Ahora mismo necesitas un pequeño descanso y Chanhee estaba allí para ayudarte a recordarlo.
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