-¿_____, hacemos el trabajo juntos? -Tu compañero se sentó frente a ti con una sonrisa dulce. Juyeon sabía lo que ese chico sentía por ti y claramente eso no le agradaba ni un poco, él dejó de hablar con sus amigos cuando vio al chico junto a ti, prácticamente corrió hacia ustedes, sin mostrar esa dulce sonrisa que tanto amabas. Golpeo el escritorio del chico, logrando asustarlo y sorprendiendolo.
-No -Le respondió autoritario, todos en el salón se quedaron en silencio, observando la escena. Juyeon era un chico amable, respetuoso y dulce, hasta que se acercaban a ti con otras intenciones, eras su chica y no permitiría que te hicieran daño o te arrebataran de su lado.
-Se lo pregunté a ella, no a ti -Dakho se puso de pie, acercándose a Juyeon de forma amenazante, tu novio rio sarcástico.
-¿Eres idiota? ¿Crees que dejaré que estés a solas con ella? -En la voz de Juyeon se empezaba a escuchar el enojo, cosa que no era para nada bueno.
-Esa es su decisión o ¿Acaso tienes miedo de que te la quite? -Juyeon lo tomo de la camisa, dispuesto a golpearlo pero agarraste su muñeca, volteo a verte.
-Sueltalo, Ju, no te metas en problemas por pelear con un tipo que no vale la pena -Dijiste bajando su mano, dejando sorprendido a Dakho y al resto del salón. No eras tonta, sabías perfectamente las intenciones del chico y no caerías en su trampa, ni dejarías que Juyeon lo golpeara. Juyeon miraba fijamente al tipo, sujetandolo con su mano libre- Juyeon.
-No te quiero cerca de ella -Lo soltó con un empujón, el chico rio, dándose la vuelta y saliendo del salón, miraste a Juyeon con una sonrisa.
-No le des mucha importancia, lo hace para molestarte -Lo abrazaste por la cintura con una sonrisa.
-No lo soporto, estoy cansado de él y que este detrás de ti -Te apreto contra él, reíste en sus brazos.
-Mi bebé es un celoso -Se alejo lo suficiente para mostrarte su indignación.
-¡No soy celoso! ¡Solo trato de cuidarte! -Se defendio.
-Eres tan tierno -Apretaste sus mejillas, haciendo que frunciera el ceño.
-No soy tierno -Dijo ocultando su sonrisa y tratando de disimular el color carmesí de sus mejillas, siempre encontrabas la forma de hacerlo actuar tímido. Lo tomaste de la chaqueta y le diste un corto beso.
-Lo eres y mucho -Segundos después todo el salón comenzó a gritar que era tierno y sexy, reíste a carcajadas al ver su expresión
-Voy a irme, no quiero seguir escuchándolos -Casi se fue corriendo del salón por lo apenado que se sentía.
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