00:02

4.3K 376 108
                                    

d a n i
[2 0 0 3]

Una vez que la profesora dio por terminada la clase empecé a guardar mis cosas para salir al patio. Heda y Gyda no tardaron en venir a por mí.

—¿Vienes? —preguntó Gyda.

—No lo sé —respondí con sinceridad— ¿No les aburre un poco hablar siempre de lo mismo con las mismas personas? —pregunté esperando que no se lo tomaran a mal.

—Son nuestros amigos, ¿por qué ahora no te gusta? —habló Heda confundida, me encogí de hombros.

Miré por la ventana; Rubén estaba allí en una de las mesas mirando a su alrededor. Quizá me estaba buscando a mí.

—Estoy enfocada en otras cosas supongo —me colgué la mochila del hombro y con una sonrisa de cortesía salí del aula.

Dando saltitos me fui a sentar con él, apenas me vio acercarme sonrió.

Ya era casi la tercera semana que pasaba los recreos con él y en cada uno sonreía cuando me veía... pensé que pararía en el segundo día pero al parecer no. Le sigue gustando que esté ahí, y a mí me gusta que esté aquí, claro que no lo diría en voz alta.

—¡Daniqua! —gritó alegremente, rodé los ojos.

—No me gusta y lo sabes —dije tomando asiento a su lado, él carcajeó.

—He visto como te enojas con los profesores o con Baard cuando te llaman por tu nombre completo, conmigo no lo haces —bufé—. Yo creo que te gusta que te diga así.

—No —abrí mi libro y empecé a leerlo.

—Entonces te gusta cómo lo digo —rió.

—Ni de cerca.

—Vamos Dani me adoras, ¿a que sí? —apretó mis cachetes regordetes, no pude evitar reírme.

—Cállate y déjame estudiar —abrí mi libro enfocándome en él.

—¿Para qué estudias? Ni siquiera gustarte la escuela —preguntó mientras jugaba con mi pelo.

—No me gusta la escuela, pero necesito buenas calificaciones así que todo lo que ignoro en clases lo aprendo sola de los libros —me miró fijamente—, además, ahora mismo estoy estudiando algo extracurricular.

—Eres muy lista, Dani —sentí que cómo mis mejillas se empezaban a colorear— ¿Y qué es lo que tanto estudias? —me quitó el libro de mis manos antes de que pudiera evitarlo.

Leyó la portada y me miró con los ojos abiertos como platos. Ahora mis mejillas estaban rojas, pero de vergüenza.

—Creí que si te costaba mucho hablar noruego yo podría aprender un poco de español —le expliqué tímida, él no dejaba de mirarme.

Rubén tenía una mirada muy especial, era imposible no sentirte cómoda y nerviosa a decir verdad. Me gustaba cuando sus ojos se fijaban en los míos. 

Era bastante atractivo, solo faltaba un poco de tiempo para que el resto se diera cuenta. Era un poco más alto que yo, delgado como un lápiz y muy divertido. Tenía el pelo un poco largo y café oscuro, ojos marrones y una sonrisa súper larga. También es muy inquieto, siempre tiene que estar o moviendo la pierna, haciendo de batería con sus dedos o tocándome el cabello.

—No sé qué decir —dijo, ahora acariciando el título del diccionario.

—No es gran cosa —me encogí de hombros, de un salto Rubén me tenía envuelta en sus brazos.

—¡Es mucho! —suspiró— Eres mi mejor amiga, Daniqua.

—Pero si nos conocemos de hace tres semanas apenas —reí.

just kids; rdgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora