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r u b é n
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Creo que nunca, en los tres años que Dani llevaba con Teo creí que iría a algo más. 

Nunca se me ocurrió. Me fue tan sencillo creer que tarde o temprano terminarían como todas las relaciones anteriores de Dani, convencerme de que no era el indicado. Pero el tiempo pasó, y yo no me di cuenta hasta que Teo tocó mi puerta sorprendiéndome de lo que quería conversar.

—Sí, pasa, bienvenido —le invité a entrar, se notaba inquieto y vestía de camisa y corbata, también tenía el cabello peinado en gel.

Una vez que estuvo dentro el aire se tornó un poco incómodo, era la primera vez que estaba con él sin Dani cerca. Ella era como la intermediaria de nosotros, porque aunque Teo no me cayera mal, muy amigos no éramos. 

—Lamento molestarte, sé que es un poco extraño —dijo mirando a su alrededor y tocando algunas figurillas que tenía en las repisas.

—Eh que no pasa nada —intenté aligerar el ambiente—. Cuéntame, ¿en qué te ayudo?

—Mira, es que necesito mostrarte algo —metió su mano en el bolsillo y sacó una cajita color burdeo—. Dentro de unos minutos saldremos a cenar con Dani y pensaba pedirle que se case conmigo —abrí los ojos como platos mientras él me mostraba el anillo. 

Era dorado, con un diamante y unas pequeñas piedras rodeándolo, tenía algo inscrito pero no alcanzaba a leer. Se sentía un poco exagerado, pero sabía que a Dani le encantaría. 

Parpadeé repetidamente, a ver si era una pesadilla. 

Había estado tan equivocado, era un idiota. No sé como deseché tan rápido la idea de que Teo fuera el definitivo para Dani, habían pasado tantos años, distintos chicos. Ninguno había llegado a su altura, ninguno se quedó lo suficiente para significar algo.

Pero Teo llevaba con Dani tres años, claro que darían el siguiente paso. 

—No sabes cuán enamorado estoy de ella, Rubén —dijo. 

Me lo imaginaba, creo que todos estábamos un poco enamorados de ella, ¿quién no lo estaría?

Sacudí mi cabeza y miré en otra dirección, evadiendo la cajita burdeo. No me sentó bien ver el anillo, incluso me llegaron a entrar náuseas. No entendía por qué, si ella estuviera soltera o comprometida mañana no me importaría en lo más mínimo, no me afectaría.

—¿Y bien? —me preguntó.

No quería darles mi bendición, no se sentía correcto.

¿Dani le diría que sí? Pensé en Teo, en si sería el indicado, parecía que él la hacía feliz, bastante. Dani apenas me contaba de algunas discusiones, por lo que asumo que muchas no tenían, también pasaban bastante tiempo juntos y Teo se la pasaba regalándole flores y cosas que ni sabía que a ella le gustaran.

—No sé muy bien qué quieres que te diga —mascullé— ¿Por qué no le preguntas a su padre?

—Rubén, a Dani no le importa la opinión de sus padres que viven a miles de kilómetros. Tú eres su mejor amigo, su familia. Necesito saber qué piensas de todo esto.

Mi mejor amiga podría estar comprometida para esta noche y en vez de alegrarme me sentí más consternado que nunca. La idea de verla en un vestido blanco, dispuesta a firmar un papel que la unía a Teo no me gustaba. 

Pero la imagen de la sonrisa que pondría al decir que sí, me convenció de alguna manera.

—Más vale que me inviten a la ceremonia —le animé con una sonrisa fingida, me abrazó diciéndome gracias y que no sabía lo nervioso que estaba.

just kids; rdgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora