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Acerqué el vaso a mis labios bebiendo un pequeño pero fuerte sorbo de vodka con jugo de naranja. 

Creo que Dag creyó que acostumbraba a beber porque a duras penas le puso un poco de jugo, pero él ya estaba lejos de mí como para reprenderle. 

Yo estaba apartada, apoyada contra el muro de un pasillo que me permitía ver a todos bailar y reír frente a mí. No es que quisiera estar sola, pero me parecía un esfuerzo enorme intentar unirme a todos ellos.

Estábamos celebrando el inicio de nuestro último año escolar. Ya había pasado la primera semana que fue aburridísima, llena de asambleas y convivencias para hablar de nuestro futuro y compartir con la gente que quizá no volveremos a ver después de junio del próximo año.

—No puedo creer que ya estemos terminando el instituto —comentó Heda apareciéndose a mi lado— ¿Qué harás después?

—Creo que estudiaré diseño, publicidad, ese tipo de campo laboral ¿Y tú? —respondí, no estaba muy segura, pero tampoco había otra área que me interesara.

—Enfermería —fruncí el ceño pero rápido lo relajé.

Me había tomado por sorpresa, Heda tenía fobia a la sangre y a las agujas.

—¡Vaya! Me alegro —la felicité aún confundida.

Por lo menos ella sabía lo que quería.

Mis ojos no pudieron evitar mirar hacia la terraza de la casa. Rubén estaba fumándose un cigarrillo con sus amigos y un par de chicas de su clase. 

—¿Qué harás cuando se gradúen? —preguntó de pronto.

—¿De qué hablas? Ya te dije qué estudiaría —rodó los ojos y lo apuntó con el dedo—. Oh, no lo sé, creo que él se irá a España.

—¿Y cómo lo llevas? —enarqué la ceja— Vamos, Dani, tú y Rubén han sido prácticamente inseparables desde los trece, ¿no te sienta mal que él se vaya tan lejos?

Sí.

—No, la verdad no. Tampoco podemos vivir nuestra vida pensando siempre en el otro —dije intentando convencerla, aunque más a mí que a ella.

Mi mirada rápidamente volvió hacia él, esta vez me pilló mirándole. Sonrió mientras me saludaba con la mano, le correspondí el gesto a la vez que tomaba otro sorbo. 

—Siempre he tenido esta idea de que Rubén está enamorado de ti, ¿sabes? —abrí los ojos como platos— No lo sé, en mi cabeza tiene sentido, supongo —añadió encogiéndose de hombros.

Suspiré, en mi cabeza no lo tenía, por más que intentara encontrarlo.

Sin saber si fue el alcohol, mi aburrimiento o el pequeño círculo de intimidad que estaba teniendo con Heda, le respondí:

—Kol también tenía esa idea.

Me sorprendí de haberlo dicho en voz alta. Jamás le había contado eso a nadie, ni siquiera a Rubén. En realidad, creo que jamás había hablado de Kol y de porqué habíamos terminado con alguien más que conmigo misma. 

—¿Y tú qué crees? —sus pequeños ojos me miraron fijamente.

Dio un paso hacia atrás y sonrío con diversión mientras se alejaba hacia la cocina para rellenar su vaso. 

Confundida de su pregunta, pensé en la respuesta. Metida en mi mente, bajé la mirada a mi bebida y hacia como los hielos se derretían. Había tomado un poco pero todavía le quedaba más de la mitad.

just kids; rdgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora