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—Daniqua debes salir de este cuarto por una vez, te juro que entraré a sacarte.

—¡Estoy en un episodio depresivo, déjame en paz! —le grité.

—¡Daniqua! —se oía molesta.

—¡He sido feliz toda mi vida, me merezco una pequeña tristeza de vez en cuando! —y con ello se calló.

No sé por qué en realidad, pero funcionó. 

—Hija —era papá hablando esta vez—, has pasado una semana y media en esa cama, debes ducharte, no sé, ve a visitar a Rubén.

—O podemos llamarlo y pedirle que venga —agregó mamá.

—¡Está ocupado con sus trámites! —era cierto, ahora que confirmó que se iba debía hacer un montón de papeleo.

Lo extrañaba tanto y eso que aún no se iba. Simplemente la idea de él tan lejos ya me deprimía un montón. 

¡Aleksi, ¿por qué no solo lo haces de una vez? —escuché que mamá le decía a papá fuera de mi cuarto, intentaba que yo no lo oyera pero los muros eran muy delgados.

No lo sé, Sissa, no creo que sea buena idea —le respondió.

¡Por Dios, solo hazlo! —de golpe mi puerta se abrió y mamá empujó a papá dentro cerrándola detrás de él. 

Lo miré extrañada. No había cruzado la puerta de mi cuarto en años.

Dejé de estar siempre a la defensiva con él después del viaje de Japón, pero eso tampoco quería decir que teníamos una buena relación, simplemente no teníamos una.

—Daniqua, necesito conversar contigo —bufé y me di vuelta en la cama dándole la espalda.

Con lentitud papá se acercó y se sentó incómodo en el borde de la cama.

—No me gusta verte así —musitó.

Sí, imagínate sentirlo.

—Mira Dani —dudaba de seguir hablando, como si no creyera que lo fuese a escuchar—, cuando yo no llegaba a dormir a casa, me dolía un montón —me escondí bajo mis sábanas, nunca habla de ese tema y no me sentía cómoda con él haciéndolo ahora, después de años—. No sabes cuánto quería venir y estar con ustedes, pero debía trabajar. Se que la única perspectiva que viste fue a tu mamá llorando porque se sentía abandonada, y por eso mismo entendí lo enfadada que estabas conmigo cuando empecé a estar más en casa.

—Ajá.

—Empecé a trabajar menos porque tantos años trabajando horas extras hizo que me ascendieran al puesto en el que estoy ahora —sentí como se iba acercando más—, lo hice porque quería asegurarme de que pudiéramos pagar cualquier universidad a la que tú quieras ir. Hay una cuenta en el banco con muchos ceros solo para ti.

—Sí, estudiaré en la Universidad de Bergen, no será muy caro, puedes quedarte con ese dinero —respondí cortante.

Suspiró cansado, sentí su mano posarse en mi hombro, en señal de cariño.

—Estaba pensando... con ese dinero puedes hacer lo que tú quieras, como irte a España —salí del cobertor de golpe. 

Le miré completamente segura de que bromeaba.

—Papá... no me iré a España con Rubén —dije decidida.

—¿Por qué no? Te defiendes en el idioma, con tus calificaciones podrás entrar a cualquiera de las universidades y Héctor dijo que no tenía ningún drama en recibirte en su apartamento, yo le enviaré el dinero de tus gastos cada mes. 

Por más que lo hacía parecer posible, no lo era, no era nada sencillo.

—No puedo, papá, me quedaré.

—Dime la verdad, ¿qué es lo que te impide dar este paso? 

—¿Y qué es lo que a ti te incita a ofrecérmelo? Ni siquiera te cae bien Rubén —soltó una carcajada.

—Es cierto, más encima siempre está aquí, no hay forma de sacarlo de esta casa —dijo riendo, haciéndome reír también—. Hija, nunca voy a querer que te vayas tan lejos, menos con Rubén, pero si quedarte te hace estar deprimida en este cuarto yo mismo te mandaré al otro lado del mundo —mis ojos no tardaron en humedecerse al notar que estaba siendo completamente honesto.

No había conversado tanto con papá desde que tenía doce años, y que esta fuera la forma con la que se intentara acercar a mí significaba mucho.

—Papá —suspiré—, no soy la clase de persona que puede irse sin saber lo qué le espera. 

—¿Y? —se encogió de hombros— Nada le espera a ninguno, pero sí hay alguien que se muere por ir contigo, se llama Rubén y es ese parásito que siempre está acá desde que eras una niñita —sonrió nostálgico—, y mira, si no te sientes segura o no te gusta España, tu mamá y yo siempre te recibiremos otra vez.

—¿Esto no es idea de mamá? —pregunté, la puerta se abrió mostrando a mamá, que debió de haber escuchado todo.

—Totalmente de tu padre, me impresionó, Dani —reí.

—¿Entonces de verdad puedo ir con él? 

—Ese dinero y tu futuro es completamente tuyo, puedes hacer lo que quieras con él, incluso si eso significa que te vayas tan lejos.

Me estiré hacia papá para abrazarlo con fuerza, luego a mamá. 

Seguía anonada por la noticia, pero estaba más feliz que nunca.

—No quiero que salgas con esta lluvia, dile que venga —papá me pasó el teléfono de la casa y sonrió.

Veinte minutos después él ya estaba tocando mi puerta. Abrí y de inmediato lo envolví en mis brazos, no lo había visto en días. 

—¿Estabas llorando? —preguntó, asentí con una sonrisa y le tomé de la mano para arrastrarlo a mi cuarto.

Se recostó en mi cama y yo me senté en uno de los puff de mi cuarto, apoyándome contra el muro.

—¿Qué era tan urgente? Tuve que cortarle a Mangel, estábamos jugando este juego de... —le interrumpí.

—Iré contigo a España.

—... y coño, pues Mangel es un tonto, no entiend... ¡¿Espera qué?! —exclamó una vez que procesó la noticia.

Solté una carcajada.

—Que me voy contigo, debo hacer muchos trámites pero iré contigo.

—¡Joder! —gritó y se puso de pie, empezó a dar vueltas por el cuarto pensando.

—Creo que nunca podrás librarte de mí —comenté, se detuvo en seco y me sonrió.

—Espero que no.

Mantuvimos el contacto visual unos segundos más, luego empezó a hacer un montón de preguntas.

—Fue idea de mi padre —respondí a la última—, lo estuvo planeando en silencio, sabes, habló con Héctor y todo.

—Vaya... no me lo esperaba con el odio que me tiene —rodé los ojos.

—No te odia —bufó—. Igual, ¿es raro, no? Siempre pensé que después de tanto tiempo dejándolo de lado se rendiría conmigo.

Resopló incrédulo.

—¿Qué? Solo digo que hace meses que dejó de intentarlo conmigo.

—Dani, a veces las personas nos quieren en silencio, eso no quiere decir que no lo hagan.










just kids; rdgDonde viven las historias. Descúbrelo ahora