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Corrí por los pasillos de la escuela intentando escapar de mi ex. El muy maldito sigue rogando porque regresemos y a pesar de que le dije un claro y firme "No", poco le importo.
Lo peor es que ya paso un mes desde que lo termine.
Así que ahora solo me queda huir de él.
—¡Amor! —se escuchó su grito por todo el pasillo.
Pobre cosita fea.
—¡Nena! —se escuchó aún más cerca.
Ojalá fuera como La Llorona, entre más cerca se escucha el grito más lejos está.
Rara lógica, pero así no me meo en los pantalones.
Como no quedaba tiempo, justo en la vuelta del pasillo me podía esconder. Vi que alguien estaba sacando sus cosas y hacia bulto, impidiéndome ver quien era.
Perfecto.
Me acerque corriendo y me metí entre la persona y su casillero, haciendo que la puerta del locker nos tapara. Cerré los ojos y empecé a respirar con normalidad.
—¿Hola? —los abrí inmediatamente cuando escuché una voz masculina.
Oh my God.
Es un papucho, su cara parece tallada por los mismos ángeles.
—Lo siento... yo... —me imagine un círculo de cargando en mi cabeza— Necesito esconderme.
—¿Estas bien? —preguntó sonriendo— Luces agitada.
—Si, es que no tengo muy buena condición... —¿Qué estoy diciendo?—. Que diga, soy muy fitness, pero un loco me está siguiendo.
Él alzó una ceja.
Hermoso.
—¿Quién es el loco? —me miró, recorriendo mi cara.
Ay, no me mires así que me derrito.
—Es mi ex, se llama Abel —respondí. Me recargue bien en su casillero abierto.
—Suena peligroso —rió un poco.
No mata ni a una mosca.
—Si, muy peligroso; tal vez necesite ayuda —tengo que aprovechar.
—Te puedo ayudar —afirmó.
—¿Cómo? —pregunté confundida.
—Ya verás.
Asentí y volteé a ver hacia la izquierda.
—Oh no, está viniendo —venia por el lado donde no hay puertita de casillero. Me intentaba tapar la cara y volteando mi rostro, esperando que no me viera.
Sentí como me quitaban las manos de la cara.
Temí por lo peor.
Alzaron mi barbilla y abrí los ojos resignándome a verle la cara a Abel. Pero lo que sucedió fue algo épico.
Él papucho está demasiado cerca de mí, sus ojos se encontraban observando mis labios para después unirlos.
Doble combo.
Cerré los ojos y disfruté lo que más pude de su beso. Es la gloria.
—¡Nena!
Me separe rápidamente aturdida y a la vez golpeando un poco mi cabeza con el locker.
Maldito.
Abel se iba a acercar, pero el papucho lo detuvo poniendo una mano en su pecho.
—¿Qué haces besándote con este? —preguntó algo alterado.
—Cierra el pico —le dije ya bastante molesta—. Ya déjame en paz, no quiero estar contigo. Me cansé de que me estés persiguiendo.
—Pero podemos reg... —el papucho lo interrumpió.
—Es mi novia ahora, ¿te queda claro? —se acercó a él, haciendo que mi ex se intimide.
Ufff.
—No te vuelvas a acercar a ella, idiota —me tomo de la muñeca y cerro su casillero para después irnos de ahí.
—Gracias —dije sonriendo, espero que me deje en paz de una vez por todas.
—No hay de qué —se encogió de hombros—. Fue divertido.
—¿Qué parte? —pregunté.
—El beso —wow, que directo.
Me encanta.
Ahora que lo pienso, yo lo vi una vez en una fiesta, él estaba bailando con un chico.
—Creo que te vi una vez, estabas bailando con un chico —expliqué— ¿Si te gustan los chicos entonces porque me besaste?
—Soy bisexual.
Ay, que tonta soy.
Facepalm.
—¿En serio? —reí— Yo también.
—¿Trio? —pregunto sonriendo de manera burlona.
Puse una cara pervertida.
—Jalo.
Seguimos haciendo bromas y riéndonos. Fue grato conocer a Brett, aunque lo seguiré llamando papucho.
Aunque creo que lo del trio era broma.
O quien sabe.
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