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Oía diversas voces. Intente abrir mis ojos, pero me fue imposible.
—Tengo que morderla.
—No.
—Es la única forma, si no lo hago morirá.
—Tiene que haber otra forma.
—Oigan, ya basta, si siguen perdiendo el tiempo morirá.
¿Voy a morir? Tengo miedo, no quiero morir todavía.
Escuche un suspiro a mi lado.
—Lo siento cariño, es la única forma que hay.
Después de eso todo se volvió difuso, nuevamente.
[...]
Sentí el olor de medicinas y a cloro, supongo que estoy en el hospital. La verdad es que no recuerdo porque estoy aquí.
Hice varios intentos hasta que por fin pude abrir mis ojos.
Mire detenidamente la habitación y mi mirada dio a parar en Jordan. Se veía demasiado incomodo en la silla.
Lo moví un poco con mi mano para que despertara.
—Jordan —lo llamé sintiendo mi garganta arder.
Se removió hasta que despertó y cuando me vio una gran sonrisa se dibujó en su rostro.
Me abrazo, pero luego se separó al oírme quejarme.
—Perdón, nena —sus ojos se llenaron de pequeñas lágrimas—. Pensé que te perdía.
—Estoy bien —le dediqué una sonrisa.
Me volvió a abrazar con cuidado y nos dimos un beso lento. Cuando se separo su rostro se tornó serio.
—Hay algo que te tengo que decir.
—¿Qué cosa?
Se tomó unos minutos hasta que hablo.
—Para poder salvarte, Scott tuvo que morderte.
Me quede estática, asimilando lo que acaba de decir.
—¿Entonces soy una mujer loba? —pregunté con un hilo de voz.
Negó con la cabeza.
—No sabemos que eres, la mordida no la rechazaste, pero tampoco ha curado del todo.
—Oh.
—¿Estas molesta? Sé que tu no querías esto y de verdad lo siento, pero no podía perderte —balbuceó—. Espero que me perdones, sé que es un poco egoísta, pero... yo...
—Está bien —lo interrumpí—, no estoy molesta, me tomo por sorpresa. Lo importante es que estamos juntos —me sonrió.
La puerta se abrió dejando entrar a la manada.
Malia se echó en mis brazos nada más verme despierta.
—Andas muy cariñosa ¿no? —le dedique una sonrisa de ternura al ver que sus ojos se llenaban de lágrimas que intentaba ocultar.
—Me alegra que estés bien.
Volteé a ver a Scott y le agradecí.
—Lo único que queda por decir es... bienvenida a la manada.
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