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—Sí, mamá. Cuidare de Jack —dije un poco frustrada.
Llevaba recordándomelo desde unos días antes. Al parecer conoció a una mujer llamada Mara, ambas llevan así con citas unos 3 meses y ahora quedaron para otra cita, así que mi mamá esta emocionada por eso y quiere que cuide a mi hermano.
Aunque no me lo dijera, lo cuidaría de todos modos, solo tiene 8 años.
—Gracias, cariño —se acercó y besó mi mejilla—. ¿Vendrá Isaac?
—Sip.
—Por favor, no quemen la casa —dijo seria, pero con diversión en sus ojos.
—No lo haremos —dije sonriendo inocente.
—Bien, que bueno. Quiero que esta cita salga muy bien o... —se escuchó que tocaron la puerta de la casa— Oh, es Mara —se acomodó el pelo, nerviosa—, ¿cómo me veo?
—Como toda una diva —dije admirándola.
Me sonrió y me acarició la mejilla.
—Nos vemos al rato —agarró su bolso y fue a abrir la puerta.
—Wow —dijo Mara del otro lado de la puerta—, que preciosa eres.
Awww.
Ambas se despidieron y yo cerré la puerta bien.
No queremos que entre un ladrón.
—¡Jack! —grité— ¡¿Dónde estás?!
—En la cocina —gritó de vuelvo.
Fui a la cocina y se estaba comiendo un Danonino*.
Iugh.
Niño con olor a Danonino.
—¿Qué te gustaría hacer? —pregunté
A mí, nada.
Como siempre.
Él se encogió de hombros.
—Podemos ver la tele.
Asentí resignada.
Con que no ponga Peppa Pig.
Después de unos minutos donde casi yo me dormía, sonó el timbre de la casa. Me pare de un brinco feliz y fui a abrir la puerta.
Inevitablemente salte a sus brazos.
—Hola, linda – dijo con su voz ronca en oído.
—Hola —lo apreté más.
Nos separamos y ambos entramos a la casa. Él se quitó su chaqueta y la dejo colgada, debajo de esta había una camisa blanca, pegada.
