Te ofrezco mi cuerpo

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El sol me molestaba ¿desde cuándo las mañanas eran tan brillantes? Un dolor insoportable me taladraba la cabeza y los ojos, pero lo más desesperante era el ruido enloquecedor del celular -te oigo perfecto maldito teléfono- alargué el brazo pero el celular no estaba donde siempre, el ruido paro, un poco de paz, nuevamente ese maldito ruido –con un carajo, ¿qué es tan urgente?- me levanté y la habitación dio vueltas, el teléfono estaba en mi bolsa, que colgaba en un perchero del recibidor, conteste de mala gana –diga...

-con un demonio Misato, llevo toda la mañana marcando ¿Dónde estás?- era la voz de mi hermano, gritándome como si estuviéramos en un lugar con mucho ruido, me alejé el teléfono del oído –estoy en...- un vago recuerdo me inundo –en la oficina, estoy trabajando.

-¿en sábado?

-sí, tengo muchas cosas que hacer

-entonces supongo que no vendrás a ver a mamá

-no, lo lamento, será el siguiente fin- un silencio -¿estas cruda?

-estoy laborando desde temprano, no dudes de mi... iré el siguiente fin, lo prometo, ¿me cubres esta vez?- un suspiro decepcionante –si...

-bien...

-Misato, por favor cuídate, te quiero- el corazón me dio un vuelco, mi hermano no solía ser así –yo también- la comunicación se cortó, suspiré, odiaba mentirle pero no quería que se enterará que no lo estaba pasando muy bien, mire el celular, era casi mediodía, tenía llamadas de él y de Taiki, además de varios mensajes "¿has llegado bien?", "llama cuando estés en casa", "llama cuando veas mis mensajes", sentí ternura por ese hombre llenito de arrugas alrededor de los ojos y sonrisa bonachona, me cuidaba mucho, le marque, respondió en seguida -¿Misato? ¿Estás viva?- bueno a veces solo quería patearle la cara –no, mi maldito fantasma va a atormentarte toda la vida.

-mugrosa niña, con que vuelvas a hacer algo como ayer

-ya cálmate, estoy bien, ¿Por qué la preocupación? Toshio debe estar molesto, no tengo mensajes de él- un silencio –Taiki, ¿qué sucede?, ¿Toshio está bien?

-Toshio no te llevo ayer a casa, niña tonta- lo dijo tan molesto que me sorprendí -¿eh?, ¿qué quieres decir?
-fue tu jefe quien te llevo a casa, toda ebria y dormida ¿no lo recuerdas?- vagos recuerdos me inundaban la cabeza, pero cuando el peor de todos me llego de golpe, grité –carajo, le ofrecí sexo a mi jefe...-

La noche anterior

Nanami alcanzo a sujetar a Misato antes de que se estrellará en el suelo, Taiki salió detrás de la barra para ayudarlo –esta niña me va a volver loco, disculpe señor, ya me hago yo cargo.

-¿quién es usted?

-el padre de uno de sus amigos, Taiki ** para servirle

-Kento Nanami, el jefe de la señorita Misato Hirai- ambos hicieron una reverencia en señal de presentación, Nanami la seguía sujetando -¿sabe usted donde vive?

-claro, pero me temo que mi hijo no se encuentra para llevarla, puedo tenerla aquí hasta que él vuelva, la ponemos en la bodega- Nanami hizo una expresión parecida a ¿es esto una broma?, Taiki se arrepintió de decirlo, pero era verdad, no era la primera vez que pasaban por eso, y últimamente ocurría muy seguido, la ponían sobre algunas cajas hasta que Toshio estuviera libre de la faena del bar restaurante y la llevaba en auto hasta el departamento de Misato.

Taiki se acercó a la joven –si quiere la sujeto yo, llamaré en seguida a mi hijo.

-no se apure, ya me hago cargo yo- esta vez el de la mirada extraña fue Taiki –me gustaría no desconfiar pero es la primera vez que lo veo y que usted se llevé en ese estado a Misato pues...

Cita de viernesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora