Un pequeño descanso

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Esa noche, cuando Nanami volvió a casa, una sonrisa se dibujaba en su rostro.

Mientras se preparaba su cena, rememoraba aquella conversación que había tenido con Misato, pero al mismo tiempo se sentía apenado ¿Cómo podía estar sonriendo así como un adolescente?

Había tardado tanto en tomar su decisión que cuando al fin lo dijo, se sintió liberado. Sabía de antemano sobre los sentimientos de la chica por él, pero las dudas eran sobre si él sería capaz de responderle, tenía tanto temor de dar ese paso, tenía tanto miedo a que volvieran a rechazarle como en su relación anterior.

Su sonrisa se esfumo cuando pensó en todo eso, en realidad Misato solo había rozado la punta del iceberg de su anterior vida ¿y si al adentrarse más lo rechazaba?

Otra vez esas dudas, se quedó mirando al vacío durante un largo rato, proyectando escenarios catastróficos de ese futuro en el que ella supiera todo. Era esa duda la que le había detenido, pero no más, dejaría que las cosas tomarán su rumbo, no quería volver a cometer errores, intentaría mantenerla alejada de todo y solo ir contando de poco en poco sobre su pasado. Nada malo podría ocurrir si lo hacía de esa forma, ¿verdad?

Para Misato las cosas eran más optimistas, igual que el rubio, sonreía mientras pensaba en él, ya sentía como le dolían las mejillas por eso, incluso cuando salió a almorzar con las chicas de los demás departamentos lo notaron, quisieron sacarle información pero ella dijo que no era nada en especial, aunque supuso que no le habían creído.

Pensaba en todo lo que habían hablado Nanami y ella, incluso aquello de seguir manteniendo todo en secreto. Con lo que había pasado sobre el despido de su ex novio, sabía que debían ser cuidados para evitar rumores o que la razón del despido era porque ellos tenían una relación.

Cuando volvieron a verse al día siguiente se miraron, sonrieron y por un momento no supieron que decir, ella hizo una reverencia –buenos días señor Nanami.

Él sofoco una risilla e hizo lo mismo –buen día señorita Hirai, es un gusto empezar este día de trabajo con usted.

Siguieron manteniendo las formalidades en la oficina, quien los viese no hubiese notado nada extraño, más allá de una relación sólida y eficaz entre un jefe y su asistente, así que también aquellos rumores sobre el rápido ascenso de Misato fueron olvidados, nadie dudaba de lo bien que hacía su trabajo y que gracias a ella, el departamento había crecido en poco tiempo.

Pero lo que pasaba a puerta cerrada en la oficina de Nanami era completamente diferente y de eso quedo constancia un par de días después cuando debieron pasar casi toda la tarde juntos vaciando unas cifras.

Por la ventana, Misato veía como la tarde caía lentamente sobre la ciudad, eran finales de noviembre y sabía que los días fríos ya estaban aquí. Estaba tomando un pequeño descanso antes de volver a sentarse al lado de Nanami y seguir pegados a la pantalla por varias horas, trabajar con él no era una molestia en sí. Al principio se mantenía tensa debido a su forma de trabajo pero después ambos encontraron un ritmo al que pudieran ir los dos y en realidad hacían un buen equipo. Cuando escuchó que él volvía, se estiro en su silla y volvió a acomodarse cerca del escritorio, él se había ido a refrescar el rostro, lo notaba agotado, eran días pesados, últimos días de mes y muy cerca del fin de año, una locura.

-¿Estás lista?

-Sí, continuemos.

Volvieron a las cifras, las revisiones, las cuentas; para cuando volvieron a mirar el reloj habían pasado casi tres horas.

Nanami se quitó los lentes y cerro por un momento los ojos -¿cuánto más nos falta?- preguntó desanimado.

-Menos de la mitad, pero avanzamos más de lo que habíamos previsto.

Cita de viernesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora