Mientras sentía como el agua relajaba lentamente sus músculos alrededor de ella, recordó la última escena con Nanami, estaba tan apenada de que él hubiese lavado toda su ropa que no pudo ni articular palabra, él se lo tomo a risa y le dijo que solo era ropa.
Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo, desde encontrarle una faceta nueva de él mientras el medicamento lo mantenía dopado, el sabor de sus labios, dormir a su lado, su gusto por la cocina, volvió a pellizcarse pensando si realmente ese no era un sueño, demasiado real pero a final de cuentas un sueño.
Había echado un poco de jabón a la bañera para hacer espuma y el aroma suave que le recordaba a él la tranquilizo, era fresco y con el agua a una temperatura perfecta, cerró los ojos y durmió por unos momentos.
Una mano fría sobre su rostro la despertó, al abrir los ojos vio los de Nanami fijos en ella –te quedaste dormida, me preocupe cuando estuve llamándote y no respondías.
-Lo siento, estaba algo cansada- cuando intento moverse sintió el cuerpo rígido, el agua se había enfriado y le había tensado los músculos, el rubio sonrió –espera, dejaré que salga agua caliente.
El agua comenzó a correr, la espuma que antes estaba había desaparecido, Misato intento cubrirse pero él la detuvo –me gusta la vista.
Se sentó al borde de la bañera, ella solo estaba ahí sin saber que decir o hacer –voy a prenderte el hidromasaje, así no te dolerán los músculos- lo hizo y un suave temblor comenzó a recorrer el cuerpo de la chica, ¿Qué clase de brujería tenía esa bañera que al instante se sintió flotar?, la espuma volvió a formarse.
Ambos, que habían estado en silencio se miraron mientras la espuma ascendía, al fin la chica dijo -¿quieres entrar?
-No, prefiero mirar.
-Estarías mejor dentro- continuo ella, él pareció pensarlo –bueno, pero a mi manera.
Ella no parecía comprender hasta que él sumergió su mano en el agua y toco una de sus piernas, la chica dio un respingo mientras él encontraba la parte interna de su muslo y comenzaba a masajearlo con suavidad, el ir y venir de la mano de él por su piel bajo el agua se sentía suave y relajante, ella intento concentrarse en todo lo que sentía en su cuerpo y como este se dejaba ir.
Poco a poco la mano de Nanami fue adentrándose más hasta encontrar lo que deseaba, ella lo miro, en los ojos de él volvía a surgir esa mirada deseosa y hambrienta que hacía que ella doblará las piernas, aunque esta vez el temblor de su cuerpo era más fuerte por el movimiento que había en la tina.
Cuando sintió los dedos de él que formaban pequeños círculos en su clítoris, un ligero gemido salió de sus labios, él tomo con su mano libre el rostro de ella y lo alzo –quiero que me mires, todo el tiempo.
Para comprobar que ella obedecía cambio el ritmo con el que la tocaba, ella volvió a gemir y asintió. La manera en como Nanami encontraba cambios en el placer que le proporcionaba se diferenciaban por las palabras de ella y el sonido que emitía mientras su vientre se contraía entre placer y desesperación.
Él había quitado su mano del rostro de ella y le masajeaba los pechos. Poco a poco uno de los dedos de él entro en el interior húmedo de la chica, ella seguía obedeciendo y lo miraba mientras él mantenía un rostro serio -¿te gusta?- preguntó con voz profunda cerca del oído de ella –si...- contesto entre respiraciones cortas, él cambió el ritmo por uno más intenso, por un momento le detuvo la mano y entonces ella decidió guiar el ritmo, un poco más lento pero más profundo, él acerco su rostro al de ella y lo tomo con su mano libre, comenzó a besarla reconociendo ese sabor de la noche anterior, la dulzura y el fuego se mezclaban extrañamente, hacía tiempo que no sentía esa sensación de adrenalina y placer y le gustaba que nuevamente su cuerpo se sintiera cómodo y tranquilo solo con saber que ella estaba cerca, que reaccionará si le tocaba o mejor aún, si podía tenerla a placer como ahora, no le pasaba nada más por la cabeza que verla feliz y complacerla, y todas aquellas dudas que durante noches le mantenían despierto preguntándose si era buena idea seguir con esa relación significaba algo o no, pero ahora eso no le importaba, deseaba tenerla nuevamente y no dejarla ir por un tiempo, solo eso tenía sentido para él en esos momentos.
Cuando la chica alcanzo su orgasmo, Nanami mantuvo su frente pegada a la de ella mientras besaba y mordía sus labios entre desesperación y un deseo intenso por sentirla nuevamente entre sus brazos, se levantó de la tina y le dijo –deberías salir, no quiero que te hagas como una pasa.
Misato se tomó un tiempo para recuperarse y terminar de enjuagarse, la piel y el cuerpo le ardían, tanto por lo que acababa de pasar y otro tanto por el vapor que le rodeaba, su ropa estaba ahí pero prefirió envolverse en una bata de baño y salir. La imagen que le esperaba era admirable, Nanami estaba sentado en la orilla de la cama, esperando, se había quitado la camiseta y el pantalón, esa imagen de él solo con calzoncillo y torso desnudo y bien formado se le antojo un sueño, se acercó, casi corriendo, abalanzándose sobre él, Nanami la recibió con los brazos abiertos y la beso mientras con sus manos recorría el cuerpo aún húmedo de la chica, Misato probo la piel de ese hombre, que le volvía completamente loca, lo sentía fresco para su cuerpo que sentía caliente.
Nanami se dejó llevar por los besos y mordidas que le daba por todo el cuerpo, y ella sentía un deseo casi incontrolable por probar cada parte de él y absorber toda su esencia, cuando llego a la parte de su vientre, sintió como la abultada erección de él pulsaba por salir, al bajar su ropa interior la vio, grande y lista, él la miro y dijo –estás un poco violenta, ¿quieres ser buena conmigo?
Ella negó con una mirada perversa, cuando introdujo el miembro de él en su boca y comenzó succionar, él soltó un gemido, ella masajeo sus testículos con lentitud mientras le miraba, él se llevo una mano a la boca para sofocar mas gemidos, lo vio sonrojarse mientras cambiaba el ritmo y sobaba la base de su miembro, vio como las manos de él se aferraban a la colcha y los nudillos se le ponían blancos, lo vio transpirar y dejarse llevar por el excitación del momento, pedirle que no parará o sujetarla del cabello con suavidad para guiarla con el ritmo que deseaba. En el punto clímax sus miradas se encontraron, y la mirada de ella le hizo entender que esa mujer sería su perdición.
La noche había caído cuando Nanami despertó de su sueño, tenía el cuerpo desnudo y pudo contarse diversas marcas rojas por el pecho, los hombros y la parte interna de las piernas, sonrió recordando cómo habían sido hechas. La cama estaba vacía, se levantó con algo de pesar, había tenido un sueño tan profundo que hasta soñó, cosa que no ocurría con frecuencia.
Cuando salió de la habitación, la vio, sonrió mientras veía como iba y venía por la cocina, estuvo un buen rato observándola, y nuevamente las dudas sobre su extraña relación lo asaltaron, creyó haber tomado una decisión varios días atrás pero ahora no estaba seguro.
Cuando ella por fin noto su presencia, salto algo espantada –has algo de ruido, me asuste. Misato se había puesto su camiseta, y se dio cuenta que si la viera cada día con ropa de él puesta por toda su casa no le molestaría en absoluto, la voz de la chica le interrumpió los pensamientos –espero te guste, no soy una cocinera tan buena como tu pero espero que no te de indigestión.
Ambos comieron mientras hablaban de la música que más les gustaba escuchar, el tiempo corría sin que se dieran cuenta.
Misato no quería irse pero debía hacerlo, no quería aprovecharse del espacio y hospitalidad que él le brindaba, además, sabía que si se quedaba más tiempo más difícil sería irse, así que pasado un momento dijo –es tarde, ya debo ir a casa- ella se levantó de la mesa para recoger los platos, Nanami ante aquella imprevista decisión no dijo nada, limpiaron todo en silencio, cuando todo estuvo listo, ella se dirigió al dormitorio para cambiarse.
Al salir ya vestida, le sonrió –gracias por lavar mi traje, no debiste hacerlo.
-No hay problema.
La vio ir por la casa para recoger algunas partencias como su bolso y el abrigo, antes de salir se giró para verlo –me gusto pasar un tiempo contigo y poder conocer tu hogar, cuídate, sé que no has tenido mucho descanso pero aún debes guardar reposo- él no dijo nada, la miro mientras se ponía los zapatos y aquellas dudas otra vez surgían pero por una vez quiso callar lo que decía su cabeza, antes de que ella saliera por la puerta, le habló –Misato- la chica volteo -¿qué pasa?
-Y si también esta noche, ¿te quedas conmigo?
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¡Volvimos!, las entregas próximas al cierre de fin de año comienzan a acumularse, pero haré todo lo posible por mantener cada viernes nuestra cita.
Gracias por sus comentarios y estrellas, nos leemos pronto.
Recuerden que la otra historia ya esta publicada, por si desean leerla, sale cada martes y va en el capítulo 3.
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Cita de viernes
Fiksi PenggemarMisato ha pasado por una ruptura sentimental y quiere darle un giro a su vida pero cuando el alcohol le hace una mala jugada no se imagina que terminará por poner su mundo a los pies de su atractivo jefe, un hombre serio y con actitud irreprochable...