Los sucesos de aquel martes pasaron primero en una secuencia lenta y después vertiginosamente en el día de Misato, primero, cuando sonó la alarma para despertarse e ir al trabajo le ocasionaron un profundo dolor de cabeza que le duró casi todo el día. A las siete de la mañana mientras se veía al espejo después de bañarse se encontró con su mirada ojerosa y perdida en el reflejo del espejo del baño, intento arreglarlo con maquillaje y peinado aún con la certeza de que eso no sería suficiente. El trayecto en tren y llegar a la oficina le parecía monótono, comenzaba a valorar la opción de renunciar a todo e irse de Tokio, empezar una nueva vida en otro distrito, lejos de ahí.
Estuvo trabajando como una autómata durante casi mediodía hasta que la ausencia de su jefe le pareció extraña, le envió mensajes de texto sin respuesta, en la oficina las llamadas, los documentos y las firmas se acumulaban.
Fuera de lo personal, le preocupaban los pendientes, esa semana tenían una junta importante y debían hacer una presentación, que Nanami no hubiera tocado el tema ni los debidos datos no era normal en él. A la hora de la comida volvió a enviar mensajes y a llamarle sin respuesta alguna. Casi antes de la salida intento contactarlo sin éxito, dejo todo en la oficina de él, verla con las luces apagadas y sin su presencia le parecía un paisaje desolado.
Antes de dirigirse a casa, paso por una tienda de conveniencia, necesitaba algo dulce para animarse, al estar en la caja su celular sonó, tardo un momento en responder, era el número de Nanami
-¿Diga?
Silencio
-¿Señor Nanami?
Una especie de gruñido le respondió
-¿Nanami me oye?
-Misato, necesito que vengas.
Puso los ojos en blanco, justo cuando acababa de salir de la oficina, iba a responderle pero él dijo con voz pastosa –estoy en el auto, ven, es urgente...- algo en ese extraño comportamiento le hizo encender las alertas -¿dónde está?
-Estacionamiento..., por favor date prisa.
Al cortarse la comunicación Misato corrió lo más deprisa que pudo, empujando gente y disculpándose al mismo tiempo. Al llegar frente al auto intento no soltar una exclamación de asombro, Nanami estaba sentado en el asiento del conductor, completamente pálido, pudo ver como unas gruesas gotas de sudor le corrían por la cara, intento abrir la puerta pero estaba con seguro, toco desesperadamente la ventana, el hombre la miro y con un esfuerzo abrió la puerta, Misato no estaba preparada para ver una profunda mancha de sangre cubriendo el abdomen de su jefe -¡Kento!- dijo mientras sujetaba al rubio para que no cayera al piso, era como un peso muerto -¿qué paso?
Por la mente de la chica corrieron mil imágenes horrorosas de cómo habían llegado a ese estado el hombre, -voy a llamar a urgencias.
-No...
-¿Qué?- ni siquiera lo estaba escuchando, estaba ya marcando cuando la mano fría de Nanami la detuvo –tienes que llevarme a un lugar, no puedo hacerlo solo.
-Te voy a llevar a un hospital si es lo que intentas decir- el hombre volvió a negar con la cabeza –solo llévame, sin preguntas.
Los ojos azules de Nanami se clavaban profundamente en los de ella, suplicantes –pero estás sangrando mucho y...
-Solo no dejes que me duerma.
Ni siquiera supo porque se dejó convencer, había sido pesado moverlo de su lugar pero ahora estaba incorporándose al tránsito de la tarde, yendo a la dirección que le marcaba el gps, era un lugar dentro de Tokio pero no podía reconocer la dirección, le pareció un laberinto ir por calles y subidas, en el asiento del copiloto Nanami luchaba por mantener los ojos abiertos, Misato intentaba ir deprisa, en muchas ocasiones quiso saltarse los semáforos, jamás había tenido tanta urgencia por llegar a un lugar, cuando veía que el hombre comenzaba a cerrar los ojos, alzaba la voz diciendo incoherencias, cuando estaba nerviosa era lo que hacía –el ave que solo vivía en un desierto se ahogó en el mar, vino el pez de agua dulce y le hablo de vivir en el cielo, ¿escuchaste lo que dije? Creo que acabo de armar un haiku.
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Cita de viernes
FanfictionMisato ha pasado por una ruptura sentimental y quiere darle un giro a su vida pero cuando el alcohol le hace una mala jugada no se imagina que terminará por poner su mundo a los pies de su atractivo jefe, un hombre serio y con actitud irreprochable...