¿Quién eres tú?

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Todo me parecía como un sueño y yo solo era espectadora, pero era real, mientras estaba apoyada en la mesa repitiendo –no puedo creer que lo hayas dicho frente a toda la junta, no puedo creer que...

Un frío en mi frente me hizo alzar la vista, era la botella de una cerveza que Nanami había colocado justo sobre mi frente, su sonrisa entre divertida y malévola me hizo sentarme derecha, -¿ya vas a dejar de hablar en voz baja?

Asentí mientras él me servía cerveza en un vaso.

No recordaba como habíamos llegado al restaurante de Taiki, solo recordaba que después de lo que dijo en la junta, la mayoría me felicitó, otros se miraban confundidos y otros estupefactos, entre ellos según dijo después Nanami, Nori, que salió de ahí hecho una furia, lo había dicho con una sonrisa satisfecha, lo que me hacía preguntarme si el medicamento que le había recetado Shoko tenía efectos secundarios.

Cuando Taiki nos llevó la comida, dijo que me veía pálida y Nanami enfermo y que hacíamos una pareja detestable, Nanami en lugar de evadir el comentario, respondió –y yo creyendo que hacíamos la pareja del año-, Taiki rio con fuerza –al fin alguien que me agrada para Misato- y le guiño un ojo, yo seguía pensando que sí estaba en un sueño, me pellizque el brazo, no, todo seguía siendo real -¿qué me pediste de comer?

-Solo arroz y vegetales, si yo no puedo comer grasas, tu tampoco, ahora come, hemos tenido un día agitado.

Ni siquiera tenía hambre, algo raro en mí, seguía pensando en todo pero, lo que no terminaba por convencerme era la actitud de Nanami, había estado actuando raro después de la junta, entonces supe que seguramente me estaba ocultando algo -¿me lo vas a decir?- dije mientras no le quitaba la vista de encima -¿a qué te refieres?

-A lo que quiera que estás ocultando.

Sonrió con aquella sonrisa que pocas veces mostraba –ahí, esa sonrisa, ¿qué significa?

-No significa nada, quien actúa raro eres tú.

Su mano cruzo por la mesa y antes de que pudiera reaccionar me tocaba el rostro, acunándolo, que cálida se sentía su piel sobre la mía, mientras con su pulgar acariciaba suavemente mi mejilla, cuando por fin reaccioné, retiré con lentitud mi rostro y él bajo la mano, me llevé dos dedos a la nariz para masajearme el puente, un gesto que él hacía cientos de veces y ahora yo había aprendido -¿estás bien? ¿Te duele la cabeza?

-Sí, bueno no...- suspire –ya dime, ¿qué carajos te pasa?

-No me pasa nada, solo... estoy feliz por el anuncio de hoy, fue una gran sorpresa, debiste ver la cara de todos, debí tomar una fotografía... ¿no te hace feliz?

-No, Nanami, no está bien, debiste consultarme, además dijimos que yo iba a irme de la oficina, que hablarías con otros departamentos para ver si podía cambiarme.

-No lo hice.

Mi cara de desconcierto pareció por fin afectarle -¿te molesta que decidiera que no quería que te fueras?

-Pues sí, a final de cuentas fue una decisión de ambos con la que estuvimos de acuerdo.

-Yo no lo estaba y por lo que recuerdo el día de mi fiesta tú tampoco.

-Muchas veces dejaste claro que lo mejor era separarnos.

Su rostro se entristeció, parecía apenado -mentí, por favor discúlpame, sé que debimos hablarlo más.

-Pero nunca lo hicimos.

-Lo podemos hablar ahora, si te molesta no hago nada, apenas estaba por aprobar los papeles.

Cita de viernesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora