Una baguete por favor

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Me incorporé balbuceando como una tonta -eh, si bueno, yo, este ehm...- él había caminado hasta su escritorio y me acerco una carpeta –señorita Hirai este reporte tiene varios errores visibles, ¿usted piensa que voy a entregar esto en la junta de las 11?- mi respiración se normalizo, sonreí –ah, es sobre el reporte.

-¿Le parece gracioso?, ¿de qué otra cosa piensa que iba a hablarle?- la lengua se me hacía bolas –eh, bueno... ¿el clima?- se llevó una mano a la frente –no estoy para juegos, por favor arregle este desperfecto de una vez- tomé la carpeta de sus manos –sí señor, en seguida- salí sin hacer ruido y me deje caer en mi silla –así que era eso, bueno, puedo respirar tranquila- encendí mi computadora, me sentía relajada, incluso feliz, me dediqué con diligencia al trabajo que me había encargado, tenía razón, me había equivocado en varias cifras, me sentí mal, era raro que entregará algo con errores pero el viernes lo único que quería hacer era salir de ahí, casi una hora después Nanami salió de su oficina y me miro -¿cómo va?

-Bien, en diez minutos está listo

-Dese prisa, cuando termine quiero que veamos otras cosas- me apresuré, imprimí las hojas y se las llevé –aquí las tiene- él tecleaba con rapidez, iba a salir cuando me llamo –ponga una silla de este lado, necesito corroborar unos datos- me sorprendí de lo que pedía pero así lo hice y puse una silla justo a su lado.

El olor a loción de afeitar me lleno la nariz, era suave y embriagante, se había quitado el saco y seguía concentrado en la pantalla, volví a aprovechar esa concentración como la primera vez que lo vi, llevaba una camisa blanca pulcramente planchada, una corbata roja que acentuaba su pálido color de piel, su traje cortado a la medida era azul marino, sonreí, nos habíamos combinado en la ropa, debía ponerme una mascada roja para ir uniformados, él se giró en la silla –tome la carpeta que está ahí- lo hice –le dictare unas cifras y quiero que verifique que son exactamente las cantidades con todo y puntos como yo le digo.

-Si señor- él comenzó a dictar una cifras mientras yo verificaba, la cercanía entre nosotros era casi codo a codo, podía sentir su calorcito a mi lado, cada que hablaba su voz se me hacía más penetrante, para cuando termino yo había subrayado un par de cifras, se las mostré –estas son las únicas que no concuerdan- giro su silla, llevaba los lentes, las miro, su cercanía me aceleraba el corazón, mire su rostro, su piel parecía hidratada y suave, sentí el impulso de pasar mis dedos por ella, aunque ya lo había hecho no recordaba su textura en mis dedos, soltó una maldición mientras se echaba hacía atrás en su asiento –tienen que ser exactamente las mismas- las miré con detenimiento –ah, señor Nanami, ya sé que pasa- se incorporó y se acercó a la hoja que le señalaba, quizás era por la premura del asunto pero estaba invadiendo mi espacio personal cosa que no me molesto en la más mínimo –todas las cifras corresponden a un mismo departamento, ¿puede verificar el mes?- hizo la búsqueda en su pantalla –abril.

-Ya lo tengo, en ese mes hubo un error en un pago de varios clientes, dudo que se hayan actualizado algunas cifras- me miro sorprendido -¿será eso?

-Seguramente, el encargado de finanzas de esa área es bastante perezoso, déjeme ir allí a checar si tienen los documentos actualizados- me levanté –por favor señorita Hirai dese prisa, tenemos menos de una hora para entregar esto- le sonreí –relájese, lo tendremos listo antes- salí de ahí y corrí como loca al departamento que había tenido tantos errores.

Diez minutos antes de la junta había puesto los documentos dentro de varias carpetas, él salió de su oficina mientras se colocaba el saco -¿las tiene?

-Todas listas junto con el último documento- asintió –gracias- le detuve –espere, lleva chueca la corbata- se la arreglé con cuidado –listo.

-Gracias- tomé las carpetas y lo acompañé hacia el ascensor, nos colocamos al fondo, la junta era varios pisos arriba, poco a poco la gente subía en cada piso, suspire, él me miro de reojo –disculpe señor Nanami pero es que hoy no tomo ni una taza de café- él asintió –fue una locura ¿no?

-Así fue, y yo me muero de hambre así que mientras usted va e intenta no bostezar en esa junta yo iré por mi almuerzo- relajo su gesto de preocupación -¿le parece gracioso dejarme sin almuerzo?- lo miré –eso le pasa por hacerme llegar temprano.

-No debió equivocarse tan descaradamente- solté un risita –touché- llegamos hasta el piso donde se llevaría la reunión, ya varios jefes se habían reunido, saludé algunos mientras entraba a la sala de juntas a dejar las carpetas, al salir lo vi hablando con algunos colegas, intenté retirarme de ahí lo más pronto posible, antes de que llegará al ascensor, sentí que me detenían por el brazo me giré para ver, era Nanami –señorita Hirai ¿son tan buenas esas baguetes que come en el almuerzo?

Misato dejo una baguete en la mesa de juntas de la oficina de su jefe, él le había dicho que odiaba tener comida en el escritorio, salió de ahí, la junta se había prolongado por varias horas, le preocupaba que su jefe no comiera nada durante tantas horas, a las dos de la tarde recibió un mensaje de él "Por favor, revise los documentos que le he enviado a su correo, yo volveré por la tarde a la oficina". Misato obedeció y se puso a trabajar, cuando se dio cuenta el tiempo había volado ya eran casi las seis, le mando un mensaje a su jefe "Señor, he dejado los documentos en su escritorio, casi es mi hora de salida ¿hay algo más por realizar?" mientras preparaba sus cosas para salir le llego un mensaje "No, todo está en orden, vaya con cuidado a casa, gracias por su trabajo de hoy, la veo mañana". 

Misato verifico una vez más que todo quedará en orden, sintió feo dejar a esa baguete sola pero al menos había cumplido con lo que Nanami le había pedido, después de preguntarle si eran buenas le pidió una para probarla. Misato llego a casa muy pronto, se deshizo de su traje y se puso ropa cómoda, se acercó a Koi que era su pez dorado –hola pequeño, ¿me has extrañado?- le puso comida mientras que el pez alegre daba vueltas a su pecera redonda y comía con avidez –pez glotón- le dijo ella. Preparo una cena ligera mientras veía algo de televisión, su programa favorito era uno donde pasaban casos de apariciones en lugares abandonados, cementerios e incluso escuelas, sentía que toda esa energía si podía influir en ciertos lugares, esa llamada energía negativa de la que a veces su abuela y su padre le hablaban, creía que solo eran cuentos para asustarla pero conforme crecía consideraba que se acercaba más a las emociones de la gente que a cosas sobrenaturales, después de que el programa acabo fue a dormirse solo para soñar como frecuentemente le pasaba con su jefe.

Cita de viernesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora