¿Prepararme? Esa palabra podría adquirir muchos significados, ¿Qué debía hacer? Desde que llegué a casa busqué lo que debía ponerme al siguiente día tanto en ropa interior como exterior, me exfolié el cuerpo, el rostro, depilé mis piernas, aunque era una mujer lampiña sabía que debía darme unos ligeros arreglos, me sentía como una adolescente que va a tener su primera cita con el chico que le gusta, la diferencia de esa Misato de 15 años y la de 25 era que no se trataba solo de tomarse las manos, tomar un café y quizás ir al cine, aquí iba a pasar la noche con mi jefe, sentía que solo daba vueltas por todo el departamento sin concretar nada exactamente, a medianoche me sentía agotada, debía dormir.
Por la mañana tomé un té para relajar mis nervios, al llegar, la oficina estaba en silencio, al poco rato recibí un mensaje, su vuelo llegaría pasado el mediodía, los nervios volvieron a aumentar y aunque trataba de concentrarme en mi trabajo no podía sacarme esa idea de la cabeza ¿y si había elegido mal?, ¿A qué persona se le ocurría llevar una relación de ese tipo con su jefe al que conocía de dos meses atrás?
Para cuando él volvió era casi la hora de salida, había ido a dejar su equipaje y cambiarse a su departamento, por mensaje me dijo que me fuera al restaurante de Taiki y le esperará ahí, pedí un lugar en la barra y una cerveza, no quería llegar completamente sobria a ese momento, debí verme algo descompuesta porque Taiki preocupadamente me preguntó -¿te encuentras bien?
-Sí, solo cosas del trabajo
-No debes dejar que las preocupaciones te consuman Misato, eres muy joven aún- ¿y si le pedía consejo a Taiki? Cuando me llamo aquella vez pensó que había sido una broma haberle gritado que le había ofrecido sexo a mi jefe. También podía hablarlo con Toshio pero él estaba con los arreglos de su boda y no quería incomodarle, en cuanto a mis antiguas amigas de la universidad y preparatoria, bueno, no quería que me juzgarán como una mujer desesperada, ¡ah!, realmente me sentía confundida con este asunto, bebía taciturnamente mi cerveza cuando Taiki se acercó de nuevo –oye, creo que tu jefe está aquí...- levanté el rostro para verlo, nuevamente los nervios se apoderaron de mí acompañados de una descarga eléctrica por todo el cuerpo, no había duda de que ese hombre era la encarnación de la perfección.
Nanami entro despreocupadamente al restaurante de Taiki, se había cambiado después de un largo vuelo, llevaba un pantalón de vestir negro a juego con unos zapatos y un suéter del mismo color que amoldaba perfectamente a su cuerpo esbelto y bien trabajado, el cabello aún húmedo por la ducha se movía de lugar, así que con su mano debía acomodárselo constantemente, sintió varias miradas a su alrededor tanto femeninas como masculinas, pero él solo buscaba a una persona, la miro sentada en la barra, Misato llevaba una falda larga drapeada de color rosa pastel, una blusa sin mangas blanca y unas zapatillas de color piel.
A Nanami le gustaba el gesto despreocupado que proyectaba la mayoría de las veces esa mujer, le parecía natural, algo extraño en un ambiente de oficina donde todos parecen estar cortados por la misma tijera y su personalidad parece solo basarse en ser cordiales y serios, desde que la vio por primera vez sintió que había algo diferente en ella, ya fuera su forma de andar o expresarse, era sincera, inteligente y muy práctica, su única falla es que dudaba de su seguridad, sentía que alguien la había traicionado y si los rumores que sin querer le llegaban eran ciertos debía ser culpa de su ex pareja motivo por el cual había cambiado de departamento y terminado como su asistente. Al principio no le parecía, sentía que ella desaprovechaba su conocimiento siendo una simple asistente pero varias veces se superaba a si misma incluso a él, se había acostumbrado a su presencia y verla por las mañanas refrescaba su vista, era un mujer elegante en su manera de vestir, tenía el cabello negro y lacio hasta los hombros, utilizaba un maquillaje ligero pero cuando decidía ponerle un poco de color al rostro acentuaba la forma de sus ojos, un poco más redondos que el resto de algunas chicas, estos tenían un color café casi dorado, tenía una nariz pequeña pero en forma de bolita y unos labios carnosos, aunque nunca se los había visto de un color fuerte podía imaginárselos de un rojo granate lo que seguramente los volvería apetecibles a cualquiera que le mirara.
Cuando ella se acercaba a él podía distinguir un aroma a flores y jabón, aunque el recuerdo más profundo de su aroma fue el de aquella vez cuando la llevo a su casa. Ese día él se sentía cansado y lo único que quería era embriagarse, encontró un lugar muy cerca de la oficina y como veía que había gente que entraba y salía quiso darle una oportunidad y conocer, encontró un lugar en la barra, algo perfecto para no ver a nadie de frente más que al cocinero, estaba tranquilamente rumiando sus pensamientos cuando sintió que alguien le palmeaba la espalda, al girarse se encontró con su asistente, aquella chica formal y elegante se había trasformado en un ser con ojos vidriosos y tambaleante, la miro para asegurarse de que era ella y no una mala copia, cuando el dueño del local le negó más cerveza estuvo de acuerdo, no debía beber ni una gota más, por eso le pidió que dejará de beber, ella lo reconoció y lo que al principio parecía sorpresa después se volvió enojo, lo único que podía recordar era a esa mujer bebiendo directamente su sake y después llevándola a casa en un taxi, estaba sumamente molesto, no era así como esperaba pasar su noche de viernes, llevando a una mujer borracha a casa, por eso quería deshacerse lo más pronto de su presencia, cuando sintió que ya ella era capaz de ir sola a su cama sintió su boca pegada a la suya, sus sorpresas con esa mujer iban en aumento, por un momento quiso darse el lujo de saborear aquellos labios que ya había visto varias veces mientras ella ponía su atención en otras cosas pero eso no estaría bien, no fue necesario un "no", ella ya estaba cayéndose por segunda vez en la noche, la llevo a su cama, esperaba que no fuera de las que vomitara y después le informaran que había muerto por ahogarse en su propio vómito, pero parecía estar consciente y sospechaba que en cualquier momento se dormiría, solo iba a esperar un poco más.
Cuando ella se incorporó de golpe para tocarle el rostro sintió una punzada en el vientre, mientras intentaba negarse a sí mismo que no necesitaba esas caricias, pero ahí estaba, hablándole de su rostro y de que estaba solo, eso le pego en su ego, ella tenía razón y lo había notado pero después le ofrecía que pasará la noche con ella sin compromiso ¿acaso era una broma? Además también había notado como la miraba ¿es que también era un hombre obvio?, siempre intentaba ser discreto al verla, le parecía muy atractiva pero él debía mantener a raya su relación laboral aunque en esos precisos momentos eso parecía diluirse en esa habitación y con la luz de la luna como testigo, por segunda vez en la noche volvió a dudar de su capacidad para contenerse, cuando se acercó a ella fue ahí cuando pudo oler mejor esa esencia entre flores dulces y lavanda, ella parecía empezar a dormitar, estuvo tentado a tocarle el rostro, se detuvo, no, eso no estaba bien, estaba ebria y él no cometería un acto vil, ella abrió los ojos y le sorprendió ver que brillaban por la sorpresa, tenía que salir de ahí, le dijo que hablarían después, no supo si ella le había escuchado, pero cuando le pidió que alimentará a su pez, sonrió mientras cerraba la puerta, si esa mujer recordaba esa pequeña plática entonces sí, si quería esa relación no por capricho si no porque le interesaba de alguna forma la esencia de esa mujer.
Misato lo miro mientras él se sentaba a su lado –disculpe por hacerla esperar.
-No hay problema, le he pedido una botella de sake- cuando Nanami tuvo su botella y se sirvió le pidió brindar, ella le sonrió -¿cuál es la razón?
-Por nuestra primera cita- y después acortando un poco la distancia entre los dos le dijo al oído con la voz más grave que tenía –la primera de muchas, se lo aseguro.
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Cita de viernes
FanfictionMisato ha pasado por una ruptura sentimental y quiere darle un giro a su vida pero cuando el alcohol le hace una mala jugada no se imagina que terminará por poner su mundo a los pies de su atractivo jefe, un hombre serio y con actitud irreprochable...