Kento Nanami se consideraba un hombre cabal y que podía manejar sin problemas sus emociones y deseos, pero siempre había una excepción a la regla y él la había encontrado, la mujer que estaba debajo de él, diciendo su nombre y sollozando de placer ante las caricias y besos que le proporcionaba estaba consumiendo toda esa razón, sentía que no había un límite a lo que estaba sintiendo en esos momentos, la calidez y la humedad que sentía al entrar y salir de ella parecía un néctar al que se estaba haciendo adicto, hacía solo unos momentos lo había probado pero eso no lo saciaba, necesitaba sentirla completamente suya, poseer era la palabra más adecuada, poseerla entera. Le había vendado los ojos y amarrado las manos, recordándole lo mal que se había portado la última vez, ella no opuso resistencia y ahora sabía que no había sido una mala idea del todo.
Cuando recordaba los inicios de esa relación sentía que no llegarían más allá de una habitación, pero eso había cambiado y ahora podían entenderse casi sin palabras, comenzaban a saber lo que les gustaba o no y estaban dispuestos a probar nuevas cosas para seguirse conociendo a mas niveles y como un recuerdo de esto era el dije que ahora brillaba intensamente sobre el pecho de la chica, él llegaría tan lejos como ella lo quisiera.
Intentaba recordar si alguien más le había hecho sentir lo que pasaba en esos momentos pero no, nadie más se le venía a la mente, todo de ella le estaba consumiendo. La voz de la chica pidiendo más le devolvió a ese momento, él cumplió con su pedido, podía sentir su miembro fuerte y duro creciendo más dentro de ella, la lleno de besos desde la mandíbula hasta los pechos, pasaba sus dedos intentando no hacer demasiada fuerza sobre esa piel tersa que solo tocarla le erizaba, ella aún con las manos amarradas lograba apretarle con sus uñas, él le dijo –intenta no dejarme tantas marcas, o estas son las consecuencias de tus actos.
Ella se rio –puedo pagar el precio- él empujo más fuerte dentro de ella y sintió como volvía a apretarle con sus uñas -¿estás segura?- le dijo al oído, ella gimió –déjame verte- la voz de ella sonaba como suplica, él le retiro la venda, la mirada de ella brillaba, se le había corrido un poco el maquillaje pero ni eso opacaba todo el fuego y deseo con el que le miraba -¿Por qué me cubriste? ¿Eso también era parte del castigo?- no tuvo respuesta, solo quería que ella sintiera todo de diferente manera, qué pensará solo en el placer que él le provocaba.
-¿Lo estás disfrutando?- le pregunto mientras le daba mordiscos por el cuello y entraba más profundo, ella se mordió los labios –si... demasiado.
-Espero que este obsequio de cumpleaños sea tan bueno como el que yo recibí.
Ella se rio, así que de eso se trataba –aquella vez te pregunté si aguantarías que me saciara todos mis deseos en ti, ¿sigues respondiendo lo mismo?
-Sí, Nanami, sí lo dije y aún lo hago, pero esto...- por la mente de la chica pasaron los recuerdos de aquella noche, era casi similar a lo de ahorita, aquella vez le había vendado los ojos y amarrado las manos y recordo vívidamente el momento en que él le pregunto eso, como había perdido su fuerza de voluntad, como había caído sin remedio ante él, la única diferencia entre ese momento y este era que en esta ocasión no solo su cuerpo también su corazón estaba a merced de ese hombre.
ESTÁS LEYENDO
Cita de viernes
FanfictionMisato ha pasado por una ruptura sentimental y quiere darle un giro a su vida pero cuando el alcohol le hace una mala jugada no se imagina que terminará por poner su mundo a los pies de su atractivo jefe, un hombre serio y con actitud irreprochable...