Capítulo 9.

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- ¿Qué ocurre Begoña? -dijo Dante serio.

-Señor, en el descanso volvió a ocurrir. Dejamos el comedor sin nadie tan solo cinco minutos y cuando volvimos, en la cocina estaban todos los utensilios desparramados por el suelo. Estaban todas las ollas, sartenes, cacerolas. ¡Todo! -dijo la señora muy enfadada.

Mis ojos estaban abiertos por completo sintiendo el corazón latirme en la garganta, cada vez más rápido.

No pude resistirme y me fijé en la señora. Era más alta que yo, su pelo negro era muy corto, pero era lo bastante largo como para poder hacerse una coleta. Su entrecejo estaba muy marcado y miré sus ojos, pequeños y marrones. En cuanto a su piel era seca, su aspecto era opaco y con poros cerrados. Me fijé en su uniforme y era entero blanco. Mis ojos aumentaron más cuando reconocí que la señora era la que me miraba mal a mí y a Betsy cuando esta me enseñaba el comedor. No lo supe antes porque me la esperaba con gorro, pero parece que se lo quitó. Cuando me fijé en sus hombros, eran muy robustos y anchos. Al observar sus bíceps, sabía que esta señora trabaja sobre todo brazos, parecía un camión.

- ¡Esto es indignante señor Dante! A lo largo de estas cuatro últimas semanas, esos salvajes nos han asaltado la cafetería dos veces a la semana.

-Lo sé Begoña, ya haré algo al respecto para saber quién ha podido ser.

Apreté mis labios conteniéndome para no hablar y decirles que yo estaba presente cuando pasó el asalto.

-¡Mano dura es lo que hay que tener con estos animales, señor director!

-Begoña. Le pido que cuide su lenguaje, ya haremos algo al respecto.

-Cuatro semanas, Dante, ¡cuatro! -dijo Begoña gritando.

-Ya me enteré, ahora le pido que baje la voz, por favor.

La señora no se había dado cuenta de mi presencia hasta que Dante dijo esto último. En nada, Begoña, entró a la sala mirándome furiosa. Se acercó lo suficiente para agarrarme de la camiseta tirando hacía arriba de la manga de esta.

- ¡Sabandija! Tú estabas allí cuando pasó, ¡¿verdad?!

-No, yo no hice nada, ¡lo juro! -sentí pánico y apenas mis palabras salían de mi boca.

Dante dio un golpe en la mesa levantándose de la silla y Begoña reaccionó quitándome las manos de encima. Al sentir sus manos alejarse de mí, mi cuerpo comenzó a temblar sin parar.

-Begoña, salga de inmediato de esta habitación. -dijo con seriedad y con toda la autoridad posible.

-Pero señor Dante, este animal estaba junto a otra chica, no dejaban de mirarme desde que entraron en cafetería.

Dante me miró y sentí más miedo.

- ¿Eso es cierto señorita Eileen? -me preguntó sin quitarme la mirada de encima.

-Es cierto que la miré, pero no estaba planeando nada, Betsy tan solo me enseñó el comedor, ¡juro que no hicimos nada más! Puede preguntarle a ella si no me cree.

Dante, con la mirada aún seria, miró a Begoña. Apretó la mandíbula y añadió.

-Begoña, pídale perdón a la señorita Eileen. Ella no ha podido ver ni estar cuando ocurrió lo sucedido, ya que estaba siguiendo el recorrido que la señorita Betsy le estaba mostrando.

La señora me miró desinteresada de arriba abajo aun manteniendo su ceño bastante fruncido.

- ¡No pediré perdón hasta que sepa quien o quienes han planeado esto! -Begoña salió por la puerta cerrándola de un golpe al pasar tras esta.

El Internado Horspeen I.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora