Capítulo 13.

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El sonido de los pájaros y el frío que entraba por la ventana hicieron que me despertara. Coloqué una mano en mi cabeza y me la acaricié despacio mientras que con la otra mano me frotaba los ojos. Me reincorporé en la cama y dejé mis manos en mis piernas mirando la habitación mientras bostezaba. Casi se me olvidaba que iba a despertar en una cama que no era la que estaba acostumbrada a dormir.

Miré los envoltorios de chocolate que algunos se mantenían en la mesa y otros en el suelo. Supongo que se cayeron por el viento que entró en el cuarto por culpa de la ventana abierta, sí que hizo frío, pero esta noche no se volverá a repetir.

Desvié la mirada viendo como la cama de Alexa estaba vacía. A bien, está vacía. 

Vacía. 

Mis ojos se abrieron de par en par cuando recordé que ayer entró por la ventana y que esta seguía abierta tal y como se dejó ayer.

Me levanté de un salto y me acerqué a esta viendo como una espesa niebla cubría todo el patio trasero.

¿Se habrá escapado? ¿Se habrá chivado? ¿Qué hora es? Esas preguntas retumbaban en mi cabeza constantemente. Me dirigí a la puerta y cuando la abrí el carrito desapareció, sin embargo, varios murmullos se escuchaban por todas partes. Doble la esquina y vi como varias personas iban de un lado a otro manteniendo un orden.

Demasiada gente. Me volví a la habitación y me encargué de que la puerta estuviese bien cerrada. No me gustaba las aglomeraciones en sitios estrechos, que aun que los pasillos no fuesen tan estrechos me hacía sentir pequeña.

Miré mi cama y vi que tenía varias arrugas debido a que mi cuerpo descansó ahí, me acerqué y volví a hacer la cama. Al terminar me quité la chaqueta y la dejé encima de la cama, me acerqué al armario y cogí una sudadera negra. 

Más tarde iré al baño y me daré una ducha, necesito ahora mismo encontrar a Alexa y saber que está haciendo.

Cuando me acercaba a la puerta, escuché a varias personas detrás de la puerta y me detuve. Miré a mi alrededor tratando de buscar otra salida, no me gusta sociabilizar y mucho menos ahora siendo la nueva. Miré la ventana, pero de inmediato borré la idea de salir por esta. Volví a dirigirme a la puerta y esperé hasta que las personas pasasen.

La abrí y salí dando un leve portazo asegurándome de cerrarla bien. No quiero que nadie entre mientras no haya nadie en el cuarto.

Me dispuse a caminar por el pasillo mirando insegura a todos lados tratando de encontrar a Alexa. Mi estómago rugió y me llevé las manos a este. Giré y me volví a mi habitación recordando que cerca de ahí se encontraba unas escaleras que daban a la cafetería. Apreté mis labios al girar la esquina esperando no encontrarme a nadie, para mi sorpresa un grupo de niños estaban cerca de la escalera hablando. Me detuve en seco y me quedé mirándolos. 

Los tres chicos llevaban el uniforme puesto, pero uno de ellos llevaba un gorro negro que miraba la ventana viendo como el sol amanecía entre la niebla que poco a poco se iba quitando. Los otros dos hablaban entre ellos, aparentemente el más alto era el pelirrojo luego le seguía el chico de la gorra y por último el rubio. Cuando el chico de la gorra apartó la mirada, hizo un gesto con la cabeza a los otros dos y a la vez se giraron topándose conmigo. Los tres se pararon y me miraban, mi vista pasaba de mirar a uno y luego a otro. El chico pelirrojo fue el primero en acercase a mí, me aparté creyendo que iba a pasar de largo pero lo que no esperé es que me agarrase del brazo haciéndome girar.

-Buenos días señorita, parece que eres nueva ¿verdad? No te he visto nunca.

Me quedé callada y comencé a contar, si a la de diez no me suelta debe de estar preparado para lo que se le avecina.

El Internado Horspeen I.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora