Capítulo 19.

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Mi cuerpo cayó hacia atrás cuando sentí la puerta abrirse, quedé tumbada mirando el techo hasta que una silueta apareció ante mis ojos.

- ¿Qué haces? -preguntó Alexa del otro lado de la habitación mientras me miraba.

Acostumbré mis ojos ante la iluminación que provenía de la habitación.

- ¿Qué hora es?

-Son las dos. -dijo Alexa - ¿Qué hacías?

-Me eché una siesta mientras esperaba a que me abrieses la puerta.

- ¿En el suelo? -se puso de cuclillas cerca de mi rostro.

-Sí, ¿algún problema?

-Es raro que duermas en el pasillo.

-Cómo si tu no lo fueses.

-Me halagas, chica de las nieves, pero, ¿quién de las dos es más rara aquí? -sonrió y se levantó.

Acto seguido fue mi turno de levantarme y entrar en la habitación.

-Si que tardaste en abrir la puerta. -dije mientras entraba al cuarto mirando mi zona correspondiente.

-Estaba en clases, llegué y cuando tuve que salir te encontré. Me había olvidado que tenía una compañera.

-Ja, ja, que graciosa. -rodé los ojos y me acerqué a mis maletas para poder deshacer las que me faltaban.

-Oye, y si solo querías echarte una siesta, ¿por qué no abriste la puerta y ya? -añadió Alexa.

-Se me olvidaron las llaves aquí por lo que no he podido entrar y tampoco podía abrirla porque el pomo está por dentro, no por fuera.

-Debes llevar las llaves siempre encima, nunca sabes cuando te harán falta. -cerró la puerta cuando ambas estábamos dentro de la habitación.

- ¿Y tú cómo has entrado? No te escuché entrar.

Alexa señaló la ventana que estaba cerrada, dándome a entender que había entrado por esta.

- ¿Y tú llave?

-Ah, la perdí.

Di un chasquido con mi lengua y asentí.

-Nunca sabrás cuando la necesitaras, ¿no?

-Exacto. -dijo mientras se sentaba sobre el escritorio.

Me dispuse a agarrar la maleta que me faltaba para deshacer y poder colocarlo en mi escritorio, pero Alexa no paraba de hacerme preguntas sobre qué es lo que había hablado con Dante.

-Lo que me parece fascinante es que supieras que iba a hablar con él. -la miré de reojo mientras dejaba un marco pequeño encima del escritorio.

-Llevo observándote desde que pisaste este internado, no deberías sorprenderte.

-Entonces, ¿la sensación que tuve cuándo bajé del automóvil eras tú?

- ¿Qué?

-Cuando bajé sentí como si alguien me mirase desde el último piso.

- ¿Qué último piso?

Estuve callada por unos minutos antes de contestarle.

-Entonces es cierto lo que me dijo Dante, no hay ningún cuarto piso. -me quedé en silencio unos segundos más- Pero... ¿y esa ventana?

- ¿Qué ventana?

-Pues la que hay en un piso superior, donde hay muchas ventanas. Me di cuenta porque vi que en el doblez de la estructura, se podía observar una ventana redonda.

El Internado Horspeen I.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora