Capítulo 31.

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-Buenos días chicos. -dijo Alexa con las manos llenas.

Me levanté rápido y la ayudé cogiendo mi desayuno.

- ¿Qué es eso? -preguntó Ross.

-Es el desayuno de Eileen y él mío.

- ¿Le has traído café?

-Por supuesto.

-Pues que no se acerque a mí.

Le miré haciendo una mueca de asco y este sonrió con orgullo. Rodeé los ojos y me volví a sentar al lado de Axel.

-Bien chicos, ¿estáis preparados? -preguntó Alexa mientras se acercaba.

-Sí, tengo curiosidad por saber si de verdad hay algo. -añadió Ross acercándose.

-El plan es el siguiente. Ross, cuando comience segunda hora irás al baño y harás que suene la alarma. Axel, debes estar en alerta para que cuando la oigas vayas de inmediato. ¿Alguna duda?

-Si no sonase la alarma ¿qué haremos? -dijo Ross.

-Debe sonar. -explicaba Alexa.

Axel volvió a preguntar por la habitación social y yo aproveché mientras le explicaban para comer ese delicioso desayuno. Me trajo un capuchino con un bocadillo mixto. Por otra parte, Ross me miraba serio cada vez que le daba un sorbo al café. Me reí un poco y me levanté al percatarme la cuarta vez que se apartaba.

-Quédate sentada, Eileen, no vaya a ser que de nuevo se derrame el café.

-Oh Ross, no pasará nada, solo debo despertar las piernas.

-Que te sientes. -decía sin apartar la mirada del vaso.

Le acercaba y apartaba el vaso cada dos por tres, pero me agarró el brazo y quedamos cerca. Cuando vi su mano en mi brazo, toda risa se marchó.

-Te doy cinco segundos para que apartes tu mano. -dije seria.

- ¿Que pasa chica del café? ¿No te ríes ya?

Comencé a contar despacio.

-Déjala Ross, no creo que quieras quedarte sin brazo. -añadió Axel.

-Bobadas, ¿qué podría hacerme? -decía burlándose.

-Dejarte sin brazo. -dijo Alexa mientras le daba un mordisco a su bocata.

Ross al oír la respuesta de Alexa, se alejó de mí y se quedó mirándome con los ojos abiertos. Le dediqué una sonrisa forzada y le di un sorbo al café.

Los pasillos comenzaron a llenarse y cada uno entró en su clase, me despedí de Axel y entré a clase. Tiré el envoltorio junto al vaso y me dispuse a sentarme en mi asiento. Una vez llegaron todos, Alexa, Ross y yo nos echamos una mirada al ver que William no había venido.

El profesor que llegó era bajito, posiblemente de mi estatura. Su piel era morena y su cabello era corto y negro. Se llamaba Bernard y nos explicó que el sería nuestro profesor de matemáticas.

Me alegraba un poco por asistir a clases, antes las daba en casa y siempre tenía al mayordomo de padre enseñándome todas las materias posibles.

La primera hora se me hizo muy corta y tuve ganas de que las clases siguiesen. Ese pensamiento duró un segundo cuando me percaté de que ahora era el momento de estar en alerta.

Miré de reojo a Ross, pero desvié la mirada cuando escuché gritos procedientes del pasillo.

-¡Déjame en paz! ¿Cuantás veces tengo que decirte que me dejes? -gritaba Betsy mientras entraba al aula.

El Internado Horspeen I.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora