Capítulo 12.

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- ¡¿Yo?! -alzó las manos colocándolas en su cabeza a la vez que me miraba con una gran sonrisa plasmada en su rostro.

Fruncí el entrecejo y parpadeé varias veces mirándola de pies a cabeza.

- ¿Se puede saber qué haces aquí? -tartamudeé un poco- ¿Cómo has podido entrar?

-Fácil, entré por la ventana -ladeó su cabeza a dirección de esta.

Claro, super sencillo es entrar por una ventana de un segundo piso.

- ¿Cómo lo has hecho? -pregunté de nuevo cruzándome de brazos sin quitar la mirada en cada gesto que hacía.

- ¿Hacer el qué? -quitó sus manos de la cabeza y agarró la bolsa del suelo.

-Pues como has podido entrar por la ventana, no hay escaleras ni nada que te pueda ayudar a escalar para entrar aquí.

-Principiantes. -murmuró volcando la bolsa en la cama de enfrente.

Me fijé bien en las cosas que caían y pude ver cada tableta desperdigada por la sábana. Al verlas no pude quedarme quieta y me dispuse a ponerme a su lado arrebatándole de las manos la bolsa.

- Pero... ¡¿Qué crees que haces?! ¿Crees que puedes venir a mi cuarto y hacer lo que quieras?

-Las cosas que haga y deje de hacer, no te conviene. -una sonrisa ladeada expresaba su rostro junto a una mirada intensa que parecía que estaba viendo el interior de mi alma. -Compañera de habitación.

Un escalofrío volvió a recorrer mi nuca y parte de la espalda.

- ¿Cómo que compañera? -me costó decir las palabras para hacerle la pregunta.

- ¿No te alegras chica de las nieves? Será toda una aventura pasar los días juntas. -miraba la bolsa que tenía en la mano y luego me miraba a los ojos directamente.

-Ah...-seguía su mirada todo el rato y comencé a ponerme nerviosa, sin pensar, le devolví la bolsa sin decir nada. No me creo que sea verdad esto.

-No me sirve ya, puedes quedártela. -sorprendida, procedió a hablar al instante- Anda, eso era lo que te debía, una bolsa a cambio de tu ayuda por ser vigilante. -me devolvió la bolsa.

Incrédula, miré la bolsa y luego a ella. Si se piensa que voy a aceptar una miserable bolsa por haberla ayudado a que no la descubran, está equivocada.

-Eh, no. No la voy a aceptar. -solté la bolsa y me crucé de brazos nuevamente - Que sepas que casi nos pillan, dos veces.

-A mí no, chica de las nieves, a ti. Poder esquivar al chico rosa era pan comido pero el jefe sí que era más complicado. ¿Cómo lograste salir de allí sin que te pillasen?

- ¿Cómo es que tú...? -parpadeé varias veces- ¿Sabes que yo estaba en el despacho del director?

-Y con la matona líder, que no se te olvide.

Abrí los ojos de par en par sintiendo como en mi estómago se estaba revolviendo todo.

- ¿Es qué acaso me espías? -dije llevándome una mano a la boca conteniendo las náuseas a causa de los nervios que vinieron al recordar lo sucedido.

-Puede ser. -se encogió de hombros, me sonrió y agarró una tableta de chocolate.

Me dirigí a mi cama, me senté y miré el suelo con los ojos bien abiertos. No puede ser, tengo una acosadora con la que he sido cómplice y encima, va a ser mi compañera de habitación. Alcé la vista y miré lo que hacía.

Se sentó en la cama con las piernas cruzadas mientras desenvolvía la comida y me miraba.

- ¿Quieres? -extendió la tableta.

El Internado Horspeen I.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora