Capítulo 48. (Maratón 1/3)

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Coloqué mis brazos extendidos a ambos lados de mi cuerpo al haber caído en el suelo.

-Oh dulce suelo. -comenté cerrando los ojos con fuerza.

-No ha sido para tanto, sigues viva. ¿Lo ves? -preguntó Alexa.

Rápidamente, abrí los ojos buscándola. Estaba sentada en su cama con una gran sonrisa en su rostro.

-Yo te mato. -dije seria.

Ella reía y yo tan solo cerré nuevamente los ojos.

Menos mal que por fin estoy en suelo firme. He de agradecer lo que ella ha conseguido que yo hiciera. Fue algo surrealista. Seguía sin creer que pude ser capaz.

-Ya verás como en la próxima vez no te asustas tanto.

La miré desde el suelo y sonreí sintiendo como mis mejillas se estiraban.

-O a lo mejor vamos por las escaleras, dependerá de la situación. -se contradijo al instante.

Deshice esa sonrisa y asentí mientras me levantaba para cambiarme.

En la vida he tenido que trepar y encima con un pijama. Creo que en el caso de que nos pillasen en vez de castigarnos, nos habrían hecho cambiar de prenda simplemente.

Bufé mientras me terminaba de poner el uniforme.

¿A quién quiero engañar? En realidad, no. Nos habrían castigado y posiblemente me habrían expulsado.

-Das miedo, chica de las nieves. -dijo Alexa mirándome.

- ¿Por qué? -pregunté elevando una ceja a la par que me acomodaba la corbata.

-Esa mirada junto a la risa. -hizo una pausa y parece ser que un escalofrío le recorrió todo el cuerpo. - Me ha asustado incluso a mí. -terminó de decir.

No pude evitar reírme a la vez que terminaba de colocarme el uniforme.

Menos mal que ya tengo pantalones, esto es mucho mejor. Son muchísimos más cómodos que las faldas.

Me acerqué a mi escritorio para agarrar una gomilla.

-No es broma. -insistió.

-Ya me quedó claro Alexa. -dije mientras me hacía una coleta baja dejando dos mechones sueltos.

-Entonces eres una chica de las nieves, con rasgos psicópatas, pero hermosa como una rosa.

La miré entrecerrando mis ojos a la par que no pude evitar poner una mueca.

- ¿Por qué? -pregunté mientras se me escapaba una risa leve.

- ¿Por qué? ¿Qué?

- ¿Por qué me dices eso?

-Ah, ¿por qué es verdad?

-Anda, déjate de cursilerías y vístete.

-Que pereza... ¿No?

-Allá tú. -dije elevando mis manos. -Yo me voy.

- ¿Y a dónde?

- ¿A clases? -pregunté mientras me acercaba a coger la llave de la mesita de noche.

-Ah, interesante...

-Deberías hacer lo mismo. -guardé la llave en el bolsillo del pantalón para después dejar mi mano ahí puesta.

-Posiblemente. -dijo volviendo a tumbarse en su cama.

Rodé los ojos mientras sonreí sutilmente.

El Internado Horspeen I.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora