Capítulo 45.

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-Y entonces, ¿cómo acabaste aquí? Si quieres decirlo y te apetece. -preguntó Alexa rompiendo el silencio.

-Simplemente quería pertenecer a una nueva forma de vida para hacerme ver que no todo es perfecto, entre otras cosas.

Ella se quedó callada y negó con la cabeza.

-Si yo fuera tú, no se me pasaría por la cabeza querer internarme.

-Bueno, quería probar.

Alexa no volvió a hablar y seguimos comiendo.

-Ojalá pudiera tener la vida que tienes. -dijo ella al cabo de un rato.

- ¿Por qué lo dices?

Suspiró y se encogió de hombros como si esa fuera su respuesta. No me conformaba con solo ese gesto y quise ser directa.

-Alexa, ¿preguntas eso por tu pasado?

Permaneció callada y no respondió hasta que terminó de comer los fideos.

-Posiblemente.

- ¿Desde cuándo estás aquí?

-Desde que tengo los doce años. -respondió mirando el bote vacío.

Al ver que toda su felicidad e interés se apagó, se me quitaron las ganas de seguir preguntándole, pero para mi asombro, siguió hablando.

-Cuando tenía dos años, mis padres fallecieron y quedé huérfana. Mis tíos no querían hacerse cargo de una niña tan pequeña y me llevaron a un orfanato donde sufría de acusaciones constantes injustas.

- ¿Cómo qué injustas? -pregunté con algo de incertidumbre por si no obtendría una respuesta.

-Siempre que había un problema, me echaban las culpas. Incluso hasta aquel día.

-Oye, no quiero que te sientas obligada por decírmelo.

Ella me ignoró por completo y siguió contándome.

-Cuando tenía siete años, había un cuidador que trataba a las demás niñas de una forma no muy legal.

- ¿A qué te refieres?

-Las obligaba a tener relaciones con él.

Parpadeé varias veces sin creerlo.

-Con la edad de siete años, me levanté para ir al baño y vi como el mismo cuidador me perseguía hasta que me arrinconó en una de las paredes. No me quedé quieta y corrí, corrí todo lo que me permitía en ese entonces hasta que llegamos a la sala de la chimenea. -cerró los ojos apretándolos con fuerza.

- ¿Qué es una sala de chimenea? -pregunté al no saber a qué se refería.

-Llamábamos así a la sala donde se encontraba la gran caldera, que permitía dar calor por los tubos hasta las chimeneas de las habitaciones.

-Ah, vale. -dije imaginándome un plano con su descripción.

-Cuando llegué, me escondí entre las cañerías y agarré un tubo para defenderme. Él se puso delante y traté de alejarlo de mí, pero cuando solté el tubo para meterme entre más cañerías, él se resbaló con el tubo y se escuchó un golpe horroroso.

No pude evitar en mitad de su historia, taparme la boca con ambas manos.

-Al girarme, vi como el señor estaba en el suelo tumbado boca bajo, me acerqué y de repente un charco de sangre provenía de bajo él. Buscaba una respuesta y por lo que intuí es que se resbaló, se golpeó la cabeza con unos barrotes que rodeaban la caldera de la chimenea y se quedó ahí.

El Internado Horspeen I.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora