Dejé la maleta en el suelo y me acerqué a las puertas del armario. Tan solo espero que este sea mi armario correspondiente y no sea el de la otra persona. Puse mis manos en las puertas y las abrí, respiré aliviada al ver que el armario estaba completamente vacío.
Reaccioné al segundo, y no pude evitar reírme entre dientes al ver el diminuto espacio que había en el armario. Desde un principio creía que iba a caber toda la ropa a pesar de ser pequeño, pero no me lo esperaba que fuese tan estrecho.
Pasé a mirar la estantería y luego al armario. Eran de la misma medida en cuanto a anchura, aparentemente y siendo sincera, un poco más ancho era el armario.
¿Ahora dónde coloco toda la ropa que traje? Como mucho me cabría dos maletas y poco más.
El armario estaba dividido en seis estantes y en las dos últimas, las más apegada al suelo, había dos barras de metal que de ellas colgaban un par de perchas. Arriba del todo, dos estantes divididos por la mitad terminaban la distribución de esta parte superior. Bajé la mirada y dos peldaños estrechos y con muy poca separación entre ambos, terminaban de completar el armario.
Parpadeé de seguido y reí.
Imposible, me están tomando el pelo, debe de haber más espacio en los armarios. ¿Piensan que ahí va a caber toda la ropa que traje de casa? Me llevé una mano a la cabeza y seguí riendo sin querer afirmar que me tenía que quedar con este trocito de armario.
Di un paso hacia atrás y miré de reojo la maleta en el suelo. Me acerqué a ella mientras me arrodillaba al lado, al abrirla, toda la ropa salía por los bordes de la maleta.
Muy bien Eileen, eso te pasa por traer demasiada ropa.
Elevé la mirada contemplando las demás maletas que estaban en el carrito. Espero que mi compañero o compañera de habitación no me pille recogiendo este desastre que iba a montar yo solita.
Me levanté, agarré otra maleta y la coloqué junto a la otra que estaba en el suelo. La abrí y nuevamente la ropa caía por los bordes.
Rodé los ojos y cogí una tercera haciendo lo mismo que con estas dos últimas. Tuve que repetir esta acción otras tres veces más, sacando todas las maletas del carrito, pero las que saqué solo eran de ropa.
Vale.
Puse mis manos en la cintura haciendo forma de jarra y miré las seis maletas abiertas con toda la ropa desbordada por los bordes.
Creo que me pasé.
Miraba una y otra vez las maletas y luego el armario.
Me acomodé en la alfombra y empecé a distribuir toda la ropa dividiéndolas en cinco montoncitos. Uno sería solo para los pantalones, otro sería para sudaderas, otro para camisetas de manga corta, otro para las chaquetas y por último camisas.
Afirmé una vez con la cabeza al ver la distribución.
Nada mal.
Miré el armario y me quedé algo sorprendida, tal vez y con suerte me entre todo. Mientras doblaba las sudaderas, recordé que mi vestidor podría ser hasta incluso más grande que la habitación. En mi familia no teníamos armarios para colocar la ropa, si no que cada uno tenía un vestidor propio. En el mío se encontraba todo tipo de ropa que se pudiese imaginar las personas de fuera, podría ser perfectamente como un almacén, pero el caso es que ese almacén sería solo mío.
Me levanté del suelo agarrando la pila de sudaderas y me acerqué al armario.
En casa los armarios lo utilizábamos para guardar cualquier cosa que no fuese ropa, claro. Madre me tenía prohibido guardar ropa en él, decía que la ropa que utilizaba no era digna para ser guardada en un armario.
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El Internado Horspeen I.
Детектив / ТриллерUna chica nueva llega al internado Horspeen con la ilusión de conocer a más personas de su edad y estudiar como una chica normal, alejada de los lujos y las asfixiantes restricciones de su madre. Sin embargo, Eileen no espera que el internado al qu...