Capítulo 4.

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Cuando Clara se dio cuenta de mi presencia, dejó de pulsar el botón y se quitó las gafas.

-Aquí dentro no puedes estar, sal y no te olvides de cerrar la puerta.

Fruncí el ceño y me dirigí a la puerta, estaba cerrada. Observé de reojo como ella me intimidaba con la miraba, a la vez que se cruzaba de brazos.

-Si piensas que te voy abrir, estás en lo incorrecto, no hay criadas por si no te has dado cuenta . -añadió.

Mordí el labio inferior por dentro, conteniéndome el comentario.

Coloqué todas las prendas en mi mano y brazo izquierdo, empujé la puerta con la otra mano tratando de que no se cayeran. Respiré aliviada al conseguirlo y tras pasar la puerta, me volteé despacio tomando el pomo para cerrarla. Cuando me giré y vi que el carrito, con todas mis pertenencias, estaba parado en mitad del pasillo exhalé aire. 

Creía que llevarían mis cosas a mi habitación directamente.

Ladeé la cabeza al pensar que ni yo misma sabía donde estaría mi estancia, y fue ahí donde entendí. Sin embargo, la jirafa dejó mis cosas ahí tiradas y solas, cosa que no me parecía correcto.

Caminé hasta el carrito y puse la ropa encima de las maletas acomodándolas. Lo tomé por los mangos y lo empujé, pero fue en vano, ya que con un poco de suerte se movió dos milímetros. 

Miré a Clara y estaba apoyada en la zona libre de hojas observándome. Volví a menearlo con todas mis fuerzas y no conseguí desplazarlo. Aparté la mirada para fijarme en las ruedas y estaban atadas con un candado.

Bueno, lo que me faltaba, he estado haciendo la ridícula enfrente de esta señora mientras estaba encadenado. ¿Qué necesidad hay de atar un carrito con un candado? Ni que lo fueran a robar, ¿no?

-Debes buscar al señor que lo trajo y pedirle que te dé la llave. - dijo Clara.

- ¿Y dónde puedo encontrarlo? No sé por dónde se fue.

-Ese no es mi problema, pregúntale al señor director cuando le veas.

Mordí mi mejilla por el interior tratando de mantener la calma, debía relajarme si no quería montar un espectáculo con esta señora por cómo me hablaba.

- ¿Qué ocurre aquí Clara? -una voz aguda y firme, me sacó de la incomprensión que me causaba la secretaria.

Cuando me giré, una chica de pelo castaño, de piel trigueña perfecta y más o menos de mi estatura apareció.

-Señorita Betsy, el señor director me mandó a llamarla para que le enseñe el internado a una nueva alumna.

La chica me miró de arriba abajo y en su rostro no había ninguna expresión. Se acercó y pude ver una línea perfecta de maquillaje en el rabillo de sus ojos marrones. Me sonrió y alzó su mano para dármela. Me quedé mirando su mano y metí las mías en los bolsillos del pantalón.

Si piensa que le voy a dar la mano, está equivocada, y mucho. No me gusta el contacto con otras personas, solo abrazaba o saludaba con educación a mi entorno familiar y si lo hacía por mi cuenta, eran pocas veces.

Apartó su mano al ver que no extendí la mía y elevó su barbilla levemente.

-Hola, me llamo Betsy Miller. ¿Cómo te llamas?

-Me llamo Eileen Grifling. -miré su ropa y llevaba puesto el horrendo uniforme.

No sé cómo, pero a ella le quedaba bastante bien. La corbata la tenía bien ajustada a su cuello y una cadena en forma de B, marcaba el centro del nudo hecho. Su chaqueta la tenía abrochada por el botón del medio y dejaba ver la blusa por encima y debajo del botón. La falda era corta, llegándole por encima de las rodillas. 

El Internado Horspeen I.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora