𝘗𝘦𝘲𝘶𝘦ñ𝘰 𝘋𝘪𝘷𝘢𝘬𝘢𝘸𝘢 - 𝘏𝘢𝘫𝘪𝘮𝘦 𝘐𝘸𝘢𝘪𝘻𝘶𝘮𝘪 | corrigiendo

D I E C I S I E T E - Pasado y presente.

James: Un año y un mes.

H A J I M E.

Mierda, mierda y mierda.

Miré con asombro la carta que sostenía (T/N) ¿Como la había encontrado? Muy dentro de mi quería que esto fuera un sueño o mejor aún, una pesadilla.

¿Estaba exagerando?

Simplemente le podía decir que la había guardado por respeto, (T/N) había sido la novia de Oikawa, o podía decirle que la mantengo como un recuerdo del Seijo.

– ¿Hajime?

Pero a quien engañaba, aún seguía sintiendo cosas por ella, pensé que con el tiempo todo eso se iba a ir, podría verla como una amiga o aún mejor, solamente como la madre de James... No podría estar más equivocado.

– ¿Donde...

– Una caja –. Respondió aun con cierta distancia y manteniendo la carta entre sus manos –¿Por qué... la guardaste?

Pronto, mi vista tenía solo lugar para ella frente a mí, diablos, al igual que yo mantenía un sonrojo en sus mejillas lo que de cierta manera hizo resaltar el brillo de sus ojos.

Respiré profundo, estaba a segundos de, o decir la verdad y dejar al tiempo decidir o... Mentir para, en un futuro ver a la feliz familia Oikawa.

– Solo... Se fue con algunos objetos –. Susurré caminando en su dirección -. No pensé que aún la tenía.... ¿Te incomoda? La puedo votar si quieres.

Entre mis manos tomé aquel sobre de un gastado blanco, pero los dedos de (T/N) seguían tensos sobre éste... Pude ver, en sus ojos un leve deje de decepción.

– ¿Mm? – Murmuré tirando levemente del papel.

– Oh, si... Y no, no me incomoda – Sentí sobre mi pecho un gran suspiro ¿Estaba igual que yo? había mantenido el aliento sin duda.

– ¿Quieres que la tiré?

Su ceño se frunció de gran manera entre sus ojos.

– ¿Quieres votarla?

Un silencio algo incomodo ocurrió al instante, (T/N) seguía con su leve fruncimiento mientras la carta estaba tomada de ambas extremidades ¿Qué le diría? Se veía, algo enojada.

Los toques en la puerta fueron mi salvación inesperada, ambos salimos de nuestra burbuja mirando a lugares diferentes.

Ninguno se movió, ninguno habló y ninguno soltó la carta.

Desde mi espalda escuche nuevamente esos toques, sea quien sea, era un maldito salvador.

– ¡Voy! – Gritó (T/N) soltando la carta para caminar en sentido contrario.

Como ella, respire en lo que parecía demasiado tiempo.

¿Qué le diría? Y si... Le digo todo, ella ¿Se enojará? Los nervios se apoderaron de mi estomago creando un nudo que ni me dejaba hablar. Era irónico que actuara cual adolescente, estaba en la universidad e incluso tenía un hijo, aun así, seguía nervioso ante la idea de decir mis sentimientos.

– ¡James! – La chillona voz de Jack Jack seguido de sus pasos por todo el departamento me sacaron completamente de mis pensamientos. James aún permanecía dormido sobre el sillón, aunque al escuchar su nombre rápidamente se despertó, claro, la sonrisa de su rostro no tardó en aparecer al ver a su mejor amigo.

– ¡Jack!

– ¡James!

– ¡Jack!