𝘗𝘦𝘲𝘶𝘦ñ𝘰 𝘋𝘪𝘷𝘢𝘬𝘢𝘸𝘢 - 𝘏𝘢𝘫𝘪𝘮𝘦 𝘐𝘸𝘢𝘪𝘻𝘶𝘮𝘪 | corrigiendo

Extra - Peige.

James - Catorce años.

Ren - Quince años.

Peige - Catorce años.

Jack Jack - Diecisiete años.

Luna - Un año y tres meses.

J A M E S.

Entré a mi casa tan rápido como mis piernas me lo permitían, el cansancio aún estaba en mi cuerpo pero lo ignore de gran manera.

La conversación con Peige y Ren había sido hacia apenas unos minutos y me había puesto en un total blanco al no saber que responder.

- ¿James estas bien?

Detuve mi abrupta caminata en el living, aunque los tres adultos de la casa se encontraban presentes, en este momento solo me importaba uno en particular.

Sin saludar camine hasta papá Hajime, el cual estaba tirado sobre el sillón con Luna durmiendo en su pecho.

- ¿Como no has engañado a mamá?

- ¿Disculpa? - Se escuchó a la nombrada.

- ¿Como no has engañado a mamá?

Papá Hajime me miró algo extrañado, tenía una mano de apoyo en su cabeza y otra sobre el delicado cuerpo de mi hermana, ella estaba durmiendo cual perezoso mientras un leve hilito de baba caía por su boca hasta la camisa de papá.

- ¿Quieres... Que engañe a tu madre? - Preguntó aún extrañado.

- ¡No!

- ¡Claro que no! - Se escuchó nuevamente la voz de mi mamá atras.

- Hijo tienes que explicarte mejor - Pidió - ¿Pasa algo?

Suspire tratando de encontrar algo de paz, mi corazón latía con fuerza haciendo que mis nervios incrementaran y una extraña sensación de vacío se encontraba en todo mi cuerpo.

- ¿Como es que nunca has engañado a mamá? ¿Nunca la has engañado, verdad?

- No.

- Entonces dime ¿Por qué?

Vi en rostro que aún no entendía mis repentinas preguntas.

- Porque la amo.

- ¿Y como sabes que la amas?

- Bueno... Ella es... Espera, ¿Por qué tantas preguntas?

La desesperación volvió a mi cuerpo - Solo dime la respuesta.

- James calma - Habló mamá mientras dejaba su teléfono de lado, Tooru hizo lo mismo algo interesado en la conversación - Quieres explicarnos lo que pasa, no entendemos nada cariño.

Suspire con pesadez mientras dejaba caer mi cuerpo a la silla más cercana, no recordaba el cansancio hasta que mis piernas descansaron.

Respire con calma como la psicóloga me había enseñado y aún en calma explique mi día, les conté todo salvo nuestra relación con Ren.