C U A R E N T A I U N O - Partida.

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James - Trece años.

Luna - Tres meses.

H A J I M E.

Besé con cuidado su mejilla, estaba algo helada por el frío de la noche y una leve capa de sudor la recorria por todo la actividad echa.

(T/N) se removió manteniendo sus ojos cerrados al instante que una linda sonrisa en su rostro, podía sentir como su cuerpo desnudo se apegaba al mio buscando algo de calor.

Ninguno dijo nada, mi pecho aún subía y bajaba con algo de rapidez, trataba de recuperar el aire mientras que mi espalda sentía por primera vez el ardor de unos añarazos.

- Ah ¡Lo extrañaba! - Gritó depositando su cabeza en mi pecho con una gran felicidad, su seno desnudo se apegaba a mi torso aunque todo mi cuerpo prefirió pasarlo por alto.

En cambio acaricie su cabello produciendo un leve masaje.

- (T/N) solo fueron ocho meses - Susurré sonriendo.

Un notorio puchero hizo acto de presencia entre sus hinchados labios - Bueno tu no andabas con una barriga gigante ni con un gran apetito sexual.

- Bien, lo siento.... Te lo recompense ¿No?

Fue su turno de sonreír, (T/N) asintió feliz al instante que un bostezo pasó por su boca, el sueño rápidamente había llegado a ella, se podía ver por su rostro y acciones.

Omitiendo el ardor en mi espalda tomé a mi esposa entre mis brazos para dejarla acostada sobre su almohada, antes que pudiera protestar acerqué las mantas esparcidas en el suelo.

- Mmm - Susurró al sentir como la sabana tapaba su fría piel - Eres el mejor esposo del mundo.

- Hace unos meses no decías eso - Hable apoyando mi cabeza en la palma de mi mano, un nuevo bostezo apareció por su rostro.

Sin responder pasó sus brazos por mi torso, su cuerpo rápidamente estaba entrando en calor, lo que agradecia pues la habitación estaba sumamente helada.

- ¿No te acostaras?

- Iré a ver como se encuentra Luna.

Estaba cansado, pero el sueño aún no llegaba a mi y tenía un fuerte deseo de ver a mi pequeña.

(T/N) no respondió, se limitó a asentir con su cabeza mientras lentamente entraba al mundo de los sueños, sus ojos se fueron cerrando y el apretón de mi cuerpo perdió fuerza.

Con lentitud me acerqué hasta su rostro, dejé un leve beso nuevamente en su mejilla y me levanté de la cama.

Desde la calle llegaba luz por los faroles, era bien entrada la noche por lo que dudaba que alguien estuviera despierto en la casa.

Me puse algo de ropa y salí por la puerta, si, la casa estaba fría era creíble pues el invierno estaba presente.

Cuatro habitaciones eran ocupadas en la segunda planta, pero quedaban otras dos de Invitados en el primer piso, con rapidez llegue a la puerta que tenía innumerables monitos animados como dibujo.

La puerta estaba abierta y pude ver desde el marco como la pequeña Luna estaba en su cuna, sus ojos igual a los mios miraban con curiosidad el móvil musical.

En su pieza habíamos instalado una suave luz de noche, ésta era algo azulada pero iluminaba parte del lugar.

- Oí, Oikawa - Antes de caminar a la cuna fui directo al sillón de la habitación donde Oikawa estaba durmiendo en una extraña posición.

𝘗𝘦𝘲𝘶𝘦ñ𝘰 𝘋𝘪𝘷𝘢𝘬𝘢𝘸𝘢 - 𝘏𝘢𝘫𝘪𝘮𝘦 𝘐𝘸𝘢𝘪𝘻𝘶𝘮𝘪 | corrigiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora