Capítulo 3.

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El ojiazul veía con atención el diente de león entre sus dedos, su mente estaba en blanco y literalmente se sentía fuera de esa dimensión.

Traga en seco y apoya su cabeza contra la pared de su hogar, estaba sentado en el patio trasero disfrutando un poco de los últimos rayos de sol del día.

Cierra sus ojos con fuerza para intentar no desanimarse, sabía que todo sería más fácil si simplemente demostrara sus sentimientos, pero no podía.

No tenía el valor de pararse frente a Harry y decirle "me gustas."

Ojalá fuera fácil hacerlo, se ahorraría todos esos sentimientos que lo carcomian por dentro.

Ni siquiera sabía si a Harry le gustaban los chicos, las chicas, ambos o incluso ninguno.

Jamás había mostrado interés en alguién.

Tenía todas las de perder, si no era correspondido perdería la amistad de Harry ¿y saben lo jodido qué es eso? Perder lo único que podía obtener de la maravillosa persona que tenía como vecino.

No podía.

Prefería mil veces tenerlo como amigo y poder seguir apoyándolo desde esa línea a no tenerlo.

—Sólo quiero ser amado por él— murmura en un hilo de voz y se siente egoísta, como si estuviera haciendo algún tipo de hechizo contra Harry— por favor... — su voz se quiebra y una lágrima se desliza por su mejilla derecha, sopla con suavidad y el diente de león se desintegra.

Lleva sus piernas a su pecho y las abraza, era tan jodido amar a alguién sin ser realmente correspondido.

A él sinceramente le gustaría no tener esos sentimientos, le gustaría apagarlos de una vez por todas, pero no podía.

Lo había intentado todo, conocer nuevas personas, darse tiempo para él y nada había funcionado.

Habían mariposas en su estómago por cada vez que veía a Harry y una más se sumaba por cada vez que lo veía sonreír.

Estaba enamorado.

Su celular vibra en su bolsillo, así que lo saca de este, ve la alarma que le indicaba que debía prepararse para pasar la noche en el hogar del ojiverde.

Eso sólo complicaba más las cosas, sabía que el aroma de Harry estaría en todas partes y sobre todo en su cama, basta.

El castaño se levanta de su lugar y entra rápidamente a su hogar, sin decir nada sube las escaleras y se encierra en su habitación.

Cambia su ropa por su pijama y luego va directamente a su balcón y pasa sus piernas por este, sin hacer mucho ruido camina por el techo hacia la parte de atrás de su hogar, ahí tenía la escalera que solían usar.

—Hey Lou— el ojiazul se queda quieto en su lugar e intenta que ese apodo no le afectara, pero todo lo que venía por parte de él ponía su mundo de cabeza.

Louis toma la escalera y la lleva hacia su balcón, su mirada se pone en Harry y pone su más creíble sonrisa.

—Ya estoy listo, ¿tú lo estás?— el ojiverde asiente y es ahí en dónde venía la parte difícil.

El castaño levanta la escalera y la deja caer, Harry rápidamente ataja el otro extremo y la acomoda en su techo.

Louis suelta un suspiro y agradecía no tenerle miedo a las alturas, pone su mano en los peldaños y comienza a avanzar gateando.

Ambos no pueden evitar reír, cada vez que hacían eso les hacía gracia.

A penas llega al otro lado, el ojiverde lo ayuda a levantarse, tenía una mochila colgada sobre su hombro derecho y su cabello estaba húmedo.

—Mi habitación está sin seguro, prometo comprar uno nuevo cuando tenga el dinero suficiente— Louis sólo le sonríe, no quería que se preocupara— si sucede algo llámame, no importa la hora.

—No te preocupes, estaré bien—aún así había preocupación en los ojos de Harry y Louis se atrevía a decir que podía ver miedo en ellos.

¿Qué era lo que lo asustaba tanto?

—Prométeme que me llamarás si sucede algo, lo que sea— Louis iba a negar, porque no quería interrumpirlo en horario de trabajo.

Pero la mano de Harry se posa en una de sus mejillas y pierde el habla, el toque es tan cálido y es un suavisante para su fría piel.

—Lo prometo— una pequeña sonrisa se forma en los labios de Harry y ahí en medio del techo del ojiverde, estando a la vista de todos, el rizado lo abraza con fuerza.

Como si nunca quisiera soltarlo y eso hace que el corazón de Louis latiera furioso, ansioso y feliz.

Sin perder el tiempo también lo rodea con sus brazos y se permite guardar cada gesto de ese momento, para tenerlo como un tesoro entre sus recuerdos.

—Gracias por esto, Louis—murmura sin romper el abrazo y el castaño muerde su labio inferior con fuerza— volveré pronto y te despertaré ¿está bien?

—Sí, ahora anda, no llegues tarde— susurra y realmente no quería hacerlo, pero se separa del cuerpo de Harry, este le da una última sonrisa y arrastra un poco la escalera.

Posiciona esta en el suelo de su patio y con una última mirada al castaño comienza a bajar por esta.

Louis se abraza a sí mismo y lo despide con su mano, sin más se da media vuelta y pasa con agilidad el balcón de Harry.

Antes de entrar a la habitación del ojiverde se prepara.

No entraba ahí desde que era un niño.

Corre las blancas cortinas y ve que está todo consumido por la oscuridad, se remueve por el lugar para poder prender la luz.

Cuando encuentra el interruptor no duda en encenderlo, las blancas paredes de Harry seguían igual, con un par de póster en las paredes de películas que Louis no reconocía.

Su escritorio estaba perfectamente organizado y su cama extendida.

Wow, realmente estaba en la habitación de Harry.

Decide que no husmearía porque eso no le correspondía, así que hace lo que debía hacer.

Quita sus zapatillas y las deja debajo de la cama del ojiverde, abre esta y se recuesta.

Tal como lo había deducido, el característico olor de Harry predominaba ahí.

Suelta un suspiro y cierra sus ojos con fuerza, quizás no le costaría quedarse dormido después de todo.

El olor de Harry siempre lo hizo sentir como en casa.

Dandelions |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora