Capítulo 10.

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Louis ríe ante la fotografía que el ojiverde había puesto delante de su rostro, le quita esta de las manos y se acerca para ver el álbum de fotos.

Harry apunta hacia una fotografía y el ojiazul hace una pequeña mueca de disgusto.

Eran ambos con sus disfraces de caramelos.

—Espero que mi madre no mande esa foto para nuestra graduación— sería la muerte de Louis.

Harry ladea su cabeza hacia un lado y mantiene su mirada fija en la fotografía, sonríe y luego vuelve a mirar al ojiazul.

—¿Puedo quedármela?— la pregunta toma desprevenido a Louis, este se queda en silencio un momento, pero luego asiente.

—Mejor, así evitamos que mi mamá me extorsione con ella— el rizado ríe y saca la fotografía del álbum, se queda observándola un momento y luego abre su mochila.

Louis inclina su cabeza fuera de la cama para poder ver de más cerca que era lo que estaba haciendo.

Harry toma su billetera y no duda en sacar la vieja fotografía de su madre, dobla la foto de el junto a Louis de tal manera en que ambos se pudieran ver y la pone en su billetera.

El ojiazul rápidamente se levanta de la cama al ver eso.

Había removido la fotografía de su madre.

—¿Qué haces? Harry, no- — el ojiverde lo corta antes de que pudiera continuar.

—No tendré una fotografía de una persona que no me quiere, no se lo merece y yo tampoco me lo merezco— murmura con suavidad y mira por última vez la vieja y arrugada fotografía de su madre.

—Es lo único que tienes de ella.

—Exacto, es un fantasma en mi vida y prefiero mil veces tener una fotografía contigo, a ti te quiero y sé que me quieres— cierra su billetera y saca un encendedor del bolsillo de afuera de su mochila.

Louis queda confundido, por lo que tenía entendido Harry no fumaba cigarrillos, le daban asco.

—Sólo los llevo conmigo en caso de emergencia— explica con rapidez y el ojiazul se acerca, jamás había revisado la mochila de Harry, pero era extraño que tuviera fósforos y un par de encendedores con él.

El ojiazul lame sus labios y toma un platillo de metal en dónde suele encender sus velas aromáticas, se lo entrega a Harry y este le agradece de forma baja.

Deja la fotografía sobre el platillo y le enciende fuego desde una esquina.

—Aúnque no lo creas, esto se siente como soltar porfin una parte de mi pasado— Louis sólo se dedicaba a mirar como la fotografía lentamente se quemaba— gracias— murmura y el castaño levanta su mirada, traga en seco y se mueve hasta quedar al lado de Harry.

Apoya su cabeza en su hombro y pone una de sus manos en el muslo del ojiverde.

—No agradezcas— ambos se mantienen en silencio y luego comienzan a toser por el olor a quemado que había invadido la habitación.

Louis ríe y se levanta para abrir su ventanal, el humo debía irse antes de que su madre sintiera el aroma.

—¡Louis! ¡¿Por qué huele a quemado?! ¡¿se está quemando algo?!— oh oh, muy tarde.

El ojiazul mira asustado a Harry y este apoya su cabeza en el borde de la cama mientras reía con fuerza.

La preocupación del castaño se desvanece y suelta un suspiro, camina hacia la puerta de su habitación y grita en respuesta.

—¡Estaba encendiendo una vela y sin querer se quemó un papel!— vuelve a cerrar la puerta y toma una de sus velas aromáticas, le quita el encendedor a Harry enciende esta.

—¿Qué haces?

—Vendrá a ver si es verdad— murmura y pone la vela en su platillo de metal.

Efectivamente la puerta de la habitación de Louis es golpeada con suavidad y el castaño apunta con su dedo de forma amenazadora a Harry indicándole que debía seguirle la corriente.

Abre la puerta y ve a su madre detrás de ella, Amelie le sonríe y luego entrecierra sus ojos.

—¿Sí?— pregunta de forma inocente el castaño.

—Me conoces, sabes a lo que vine— el ojiazul abre su puerta y apunta hacia la vela encendida.

—Todo en órden— Amelie asiente con suavidad y mira de reojo a Harry.

—En veinte minutos más la comida estará lista, ¿sabes cuál jugo es el favorito de Harry? Iré a comprar ahora mismo.

El nerviosismo de Louis se desvanece y mira fijamente a su madre, esta levanta la mirada hacía a su hijo y arquea una de sus cejas ante la mirada de este.

—¿Sucede algo?

—¿Sabes que eres como la madre que nunca tuvo? Gracias por eso, mamá.

La madre de Louis suelta un suspiro y luego da un paso hacia atrás.

—Frutilla, jamás lo olvidaría— murmura y Louis asiente, ese era el sabor favorito de Harry.

—Volveré en un rato, por mientras Harry puede traer sus cosas, ya sabes, su pijama, cepillo de dientes, todo lo que necesite— Louis asiente y sale brevemente de su habitación para dejar un beso en la frente de su madre.

—Sí, le diré ahora mismo.

Amelie asiente y se da media vuelta, no tenía tiempo que perder, pronto comenzaría su turno en el trabajo y no quería irse sin almorzar.

Louis vuelve a entrar a su habitación y se encuentra que la mirada de Harry.

—Debes ir a buscar tu pijama, cepillo de dientes y esas cosas— el ojiazul se acerca y se estira en la cama.

Estaba esperando la respuesta positiva de Harry, pero esta nunca llegó.

—¿Harry?

—No quiero ir, Louis.

—¿Por qué?

El ojiverde vuelve a mantenerse en silencio y finalmente un suspiro se escapa de sus labios.

—No importa, de todas formas debo dejar una nota si no George se volverá loco.

El ojiazul se pone boca abajo sobre su cama y se acerca sus labios hacía el oído del ojiverde.

—Si quieres te acompaño— Harry ríe ante la cercanía y se inclina hacía a un lado, niega con su cabeza y se levanta de su lugar.

—No me demoraré, espérame aquí ¿está bien?— Louis lo duda, pero termina asintiendo.

Aún debía procesar que pasaría todos esos días junto a Harry, parecía ser algo increíble, pero realmente sucedería.

Lo dejaría descansar lo más que pudiera, lo haría reír y ambos verían películas.

Ahora lo agradaba la idea de ser suspendido de la escuela.

Simplemente perfecto.

Dandelions |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora