Capítulo 4.

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—Hey Lou, ya llegué— el recién nombrado se remueve en la cama y suelta un bajo quejido, abre sus ojos y mira hacía a un costado.

Harry estaba frente a él con una pequeña sonrisa en sus labios, el ojiazul aún desorientado mira a su costado y se da cuenta que estaba abrazando una almohada.

Abre sus ojos de golpe y suelta la almohada.

—Me quedé dormido— murmura con su voz ronca y refriega uno de sus ojos.

Su atención se pone sobre Harry, el cual ya tenía su cabello completamente seco y alborotado, tenía una camiseta negra con el estampado del nombre del bar en dónde trabajaba, era de color rojo.

En sus cabellos llevaba una bandana que dejaba su cabello fuera de su rostro.

—Lo hiciste— no había decepción en su tono de voz, incluso se podía detectar ternura— eso es bueno, no quería que te quedaras despierto.

—¿Qué hora es?— el ojiverde desamarra su bandana y deja esta en el velador al lado de su cama, con sus dedos desenreda su cabello y Louis siguió cada uno de esos movimiento con sus ojos.

—Cerca de las 6:00 am— murmura con cansancio y el castaño finalmente se levanta de la cama, dejaría a Harry descansar.

—Duerme, mañana te toca otra vez ir— a Louis de verdad le hubiera gustado preguntarle como había sido su noche, si a caso se había sentido incómodo o algo por el estilo.

Pero prefería mil veces dejarlo dormir.

—Aún no te vayas, espera— Harry lo toma con suavidad del brazo y Louis se queda quieto en su lugar— ven, siéntate conmigo.

El ojiverde se sienta en el borde de su cama y el ojiazul lo imita, Harry se inclina para desamarrar los cordones de sus zapatillas.

—¿Sucede algo?

—¿Dormiste bien?—

Ambos preguntan a la vez y ríen con suavidad.

—Sí, ni siquiera me di cuenta cuando me quedé dormido.

—Genial— susurra con suavidad el ojiverde y se quita ambas zapatillas— fué una noche larga, odio el olor a cigarrillo y estoy seguro que tengo el olor impregnado en mi.

Louis no lo medita cuando ya se estaba acercando a Harry, respira profundo intentando captar el olor y lo siente.

Se aleja de Harry y lleva una de sus manos a su nariz.

—Sí— le confirma y el ojiverde hace una mueca.

—La gente volteaba muchos tragos al suelo, no entiendo el gusto por consumir alcohol en exceso— comenta y se levanta de su cama, toma el borde de su camiseta e iba a quitársela.

Pero luego se detiene.

—Oh, si quieres ya me puedo ir— Louis avisa y Harry niega con su cabeza, no quería dormir, no quería apagar la luz y sentir como sus temores se hacían presente.

—Quédate por favor, no tengo sueño.

Mentira, mentira, mentira.

Su cuerpo le pedía a gritos un descanso, pero a penas cerraba los ojos sus pesadillas cobraban vida.

Y no podía soportarlo, prefería no dormir en vez de vivir un infierno en sus sueños.

—Está bien— ambos se mantienen en silencio— pero por lo menos ponte ropa cómoda.

Harry sonríe de medio lado, pero Louis lo conocía tan bien, sus ojos asustados le indicaba que algo estaba mal.

—Puedo voltearme si quieres— Harry se le queda viendo sin expresión alguna y asiente con lentitud, el ojiazul no lo duda y se voltea, pone su mirada en el ventanal cubierto con blancas cortinas y espera paciente.

Podía escuchar a Harry detrás de él abriendo cajones y cerrándolos.

—Ya puedes voltearte— Louis se gira y ve como ya el ojiverde traía puesto su pijama.

—Ya se me quitó el sueño, ¿te pareces si vemos una película? En la madrugada dan las mejores— el ojiverde asiente y toma el control de su televisor se recuesta en su cama y Louis con un poco de temor se recuesta a su lado.

Harry prende su televisor y comienza a recorrer los distintos canales.

Finalmente se detiene en uno y Louis se da cuenta que es una de las películas favoritas del ojiverde.

Estaban dando Spirit, podían pasar años y Harry seguiría amándola.

—Me relajan las películas animadas, espero no te moleste.

—¿Estás de broma? Es una de tus películas favoritas, jamás me molestaría— Harry voltea a verlo con una tímida sonrisa y el corazón de Louis se encoge.

¿Recuerdan que cada vez que el ojiverde sonreía una mariposa se sumaba en su estómago?

Mierda.

Quería abrazarlo, moría por apoyar su cabeza en el pecho de Harry, acariciar su cabello y verlo descansar, pero no lo haría.

Así que lo único que le quedaba por hacer era imaginárselo, sólo en su mente eso ocurría.

—Pensé que ya no lo recordarías— la voz baja del ojiverde lo saca de sus pensamientos.

—Sé lo importante que es para ti y sabes que te escucho, te presto atención, jamás lo olvidaría— la sonrisa de Harry se agranda y Louis se felicita a sí mismo por verlo sonreír de esa manera.

Había logrado sacarle una preciosa sonrisa ¿y lo mejor? En sus ojos se reflejaba lo sincera que era.

Eso era nuevo.

—Gracias por hacer esto por mi, sé que te lo he dicho un montón de veces pero de verdad significa mucho— Harry se gira sobre su cuerpo y apoya su cabeza en su mano.

Estaba de lado viendo a Louis, así que el castaño hace lo mismo.

—Estamos para apoyarnos ¿no?— Harry entrecierra sus ojos y asiente.

—Cualquier cosa que necesites, cuenta conmigo— Louis asiente y también entrecierra sus ojos— si tienes sueño, puedes dormir.

—¿Me estás corriendo?— el ojiverde ríe de forma baja y niega con su cabeza.

—Claro que no— murmura con suavidad y Louis lo mira con ojos expectantes.

El ojiazul de verdad le costaba creerlo, Harry estaba frente a el riendo y siendo él mismo, quizás aún estaba soñando porque todo parecía ser irreal.

En cualquier momento apretaría su piel para comprobar si era un sueño o no.

—¿Entonces?— pregunta de forma baja.

—Te estoy pidiendo que te quedes.

La respuesta lo toma por sorpresa.

Su boca se había secado, su corazón se había acelerado y había olvidado como respirar.

Le estaba pidiendo que se quedara.

Dandelions |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora