Capítulo 6.

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Harry suelta un suspiro y termina de pasar una camiseta suelta sobre su cuerpo, lame sus labios resecos e intenta convencerse de que todo iría bien.

Una sonrisa rota se forma en sus labios y no mira por más de dos segundos su rostro, odiaba lo enfermo que se veía.

El ojiverde ve cerca de sus clavículas una cicatriz y traga en seco, necesitaba otra camiseta.

Debía cambiársela.

Rápido.

Abre uno de sus cajones y saca la primera camiseta que ve, se la cambia rápidamente y pega un salto en su lugar cuando escucha un suave golpeteo en su ventana.

Se mira brevemente en el espejo y camina hacia a su balcón, abre este y ve a Louis en el, traía una bolsa de papel entre sus manos.

Harry sonríe, lo hace de verdad y lo deja pasar.

El ojiazul camina hacia la cama del ojiverde y se sienta en ella.

—Traje galletas, leche de chocolate y una dona— murmura y un suspiro se escapa de los labios del ojiverde.

Como si se hubiera quitado un gran peso de encima.

Camina hacia el castaño y se sienta frente a el.

El ojiverde saca lo que había traído Louis y mira por un momento la vestimenta del ojiazul, no se había cambiado.

Harry toma una galleta y se la ofrece a Louis.

—Oh no, yo ya comí, son para ti— el ojiverde mira la galleta entre  sus manos y traga en seco, había sido un gesto muy bonito por parte de Louis.

—Gracias— murmura para luego llevárselas a la boca, respira hondo y de pronto su ánimo había mejorado.

—También te traje esto— el ojiazul lleva sus manos a su espalda y saca su cuaderno de historia.

Lo había sujetado con el elástico del pantalón de su pijama, cuando Harry nota eso, no puede evitar reír.

Louis era bastante práctico e inteligente.

—Gracias— toma el cuaderno y lo deja a un lado— pasaré apuntes antes de irme.

—Genial— Louis muerde su labio inferior e iba a decir algo más, pero luego recuerda que en una de las hojas de ese cuaderno tenía escrito un par de dibujos con el nombre de Harry incluído.

Debía ser una broma.

—Espera, recordé que tengo algo aquí— vuelve a tomar el cuaderno bajo la curiosa mirada del ojiverde.

Comienza a buscar la hoja casi con desesperación y cuando la ve, la arranca y la guarda en el bolsillo del pantalón de su pijama.

Estaba seguro que esa era la única hoja de ese tipo que tenía ahí.

Harry se inclina hacia a el con una galleta entre sus labios y mira el cuaderno de Louis, era bastante curioso.

—¿Tenías un poema o algo parecido?

—Se puede decir que sí— comenta con suavidad y el ojiverde ríe, la mirada del ojiazul cae en el pecho de Harry.

Su camiseta se había despegado de su cuerpo y se podía ver parte de sus clavículas.

Había una cicatriz cerca de ellas, era grande y tenía un color oscuro, seguramente debido al frío que debía sentir el ojiverde al estar recién duchado y expuesto al viento que entraba por su ventana.

Pero, ¿por qué Harry tenía una cicatriz ahí?

¿Había tenido un accidente?

Harry nota la mirada de Louis y se recompone en su lugar, incluso llegó a sentir tanto temor que se levanta de la cama.

Camina hacia su balcón y cierra la ventana corrediza.

Louis estaba debatiéndose en sí debía preguntarle o no.

Pero esa pregunta es respondida, al ver a Harry tenso y sin intención de mirarlo a los ojos, eso lo rompe un poco.

—¿Sabes que puedes contarme lo que sea? Jamás te juzgaré— sólo lo dice para recordárselo.

El ojiverde asiente, pero se seguía manteniendo en silencio.

—Sí, pero hay cosas que simplemente no se pueden contar— Louis muerde su labio con fuerza y odiaba lo que estaba a punto de ocurrir.

Estaría todo el resto de la tarde intentando buscar respuestas coherentes a todas las preguntas que estaban surgiendo en su mente.

—Sólo quería que lo supieras, para lo que sea que necesites estaré siempre—Harry sonríe de medio lado.

—Lo sé, pero créeme Lou, las cosas están mejor así... Mientras menos sepas, mejor.

Louis se sorprende ante las palabras del ojiverde.

—Harry...

—Por favor, olvídalo ¿si? Estoy bien.

—Está bien, y-yo— Louis frunce ligeramente su ceño al trabarse, no quería hacer sentir incómodo a Harry pero se había preocupado y no podían culparlo— lo siento.

—No te disculpes, te entiendo y créeme, no es grave, hace un tiempo tuve un accidente y caí sobre una botella de vidrio, uno quedó incrustado ahí y odio la cicatriz es horrible, me da asco verla.

Louis asiente y simplemente se levanta, se acerca a Harry y lo rodea con sus brazos.

No podía obligar al ojiverde amar sus cicatrices, eso tomaba tiempo.

—No quiero que sientas lástima por mi, estoy bien— susurra con suavidad.

—El que necesitaba el abrazo era yo— Harry ríe de forma baja al oírlo y lo apega más a su cuerpo.

—Te quiero Louis— si fuera cualquier otra situación el ojiazul se hubiera sonrojado, pero ahora lo único que estaba en su mente era lo roto que estaba Harry.

—Yo también te quiero y mucho— murmura para luego separarse del cuerpo de Harry, lo mejor que podía hacer ahora era irse.

No quería que las cosas se tensaran entre ellos.

—Gracias— el ojiazul asiente y con una débil sonrisa vuelve a dirigirse hacia el balcón.

De todas formas estaba un poco mejor al saber que Harry había comido algo.

El ojiazul decide no entrar a su habitación, por lo cual se queda sentado en el techo, a un lado de la escalera.

Su mente estaba llena de preguntas y se estresaba por no tener respuestas algunas.

Estaba de acuerdo con que Harry quisiera guardar cosas para él, pero el problema es que se guardaba absolutamente todo y al hacerlo en algún momento explotaría.

Louis nunca había visto esa cicatriz antes y se unía cabos sueltos... Harry desde hace más de un año no se atrevía a cambiarse frente a el, le parecía extraño que no le hubiera comentado antes sobre ese accidente pero... Ya lo había dicho, Harry había comenzado a a guardarse las cosas.

No pondría en duda la palabra de Harry.

Louis pone sus ojos sobre el atardecer, varios rayos de sol se colaban entre las ramas de las árboles y la vista era simplemente preciosa.

Pero eso no era suficiente para hacerlo sentir bien, se sentía triste, Harry era muy importante para él y últimamente había notado bastantes cambios en él.

Más que antes.

Siempre fué una persona timida, desde que era niño, pero de pronto comenzó a sonreír menos, dejó de reír y Louis lo asociaba por el abandono de su madre.

Pero ahora ya no estaba seguro de eso.

No le iba a insistir con el tema, al ojiverde obviamente le incomodaba y siempre supo darle su espacio.

Pero... No podía simplemente dejarlo pasar.

No podía.

Dandelions |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora