Capítulo 16.

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Un día había pasado y se sentían como miles de años, Louis no estaba haciendo nada interesante, estaba solo en casa ya que sus padres habían ido a trabajar.

La lluvia no había parado y empeoraba con cada segundo, el viento azotaba con fuerza contra su ventana y parecía que en cualquier momento esta se rompería.

Se encontraba en la sala principal mientras comía un par de palomitas, realmente había sido muy mala idea ver una película de terror mientras estaba solo en casa, aparte con ese clima, mierda.

Era su sentencia.

Lleva otro par de palomitas cuando ve como una de las protagonistas sube hacía el ático, la música de fondo aumenta y sus nervios se elevan.

En cualquier momento ocurriría...

Un par de fuertes golpes impactan contra su puerta y Louis pega un salto a la vez que un grito abandona sus labios, las palomitas quedaron esparcidas por todo el suelo.

Se levanta y ve atentamente el desastre que había dejado, tenía que limpiar antes de que su madre llegara.

Vuelve a sentir golpes en la puerta y frunce su ceño, ¿quién saldría con este clima?

Suelta un suspiro y abre la puerta de un jalón, sus ojos se encuentran con los de Harry y ve como este impacta sus rodillas contra el suelo.

De inmediato el ojiazul se agacha para socorrerlo, alza el rostro del ojiverde y nota sus heridas, su nariz estaba sangrante, su ojo izquierdo estaba brutalmente golpeado, su labio inferior estaba partido y estaba completamente empapado.

Louis no pregunta nada, simplemente lo ayuda a levantarse y con su pie cierra la puerta de su hogar, pasa uno de los brazos de Harry por su hombro para que se apoyara y de esa forma ambos suben las escaleras.

Lo llevaría a su baño, dejaría que se bañara con agua caliente, le daría ropa seca y curaría sus heridas.

Con cada paso que da intenta mantenerse fuerte y no demostrar lo preocupado que estaba, pero Harry había ido a su casa en ese estado y se había sentido como un golpe en el estómago, había quedado sin aire.

—L-Louis... — el ojiazul muerde su labio inferior con fuerza y lo sienta en la taza del baño.

—Espérame aquí— murmura y va hacía su habitación, toma el primer pijama largo que ve junto a una toalla limpia y le entrega ambas cosas a Harry.

Enciende el agua caliente y pasa ambas manos por su rostro, había olvidado la ropa interior.

—Tengo un par de boxers nuevos, te los traeré y verás cuáles te quedan, aún no te desnudes— su voz temblorosa lo hace carraspear y corre de nuevo hacía su habitación.

Harry sólo miraba directamente las blancas baldosas del baño, viendo su reflejo de forma borrosa, tenía un nudo en su garganta.

Si hubiera tenido otro lugar al cual ir...

—Aquí están, bien, rápido entra a la ducha— Harry asiente y Louis cierra la puerta del baño a penas sale.

Baja las escaleras para poder llenar el hervidor con agua y calentarla, prepararía té.

Intenta que su mente no le juegue en contra, pero seguía sintiéndose helado.

¿Por qué tenía su rostro de esa manera?

Mierda, mierda, mierda.

Apoya sus codos contra la encimera y oculta su rostro ahí, cierra sus ojos con fuerza y se permite llorar de forma silenciosa, no tenía idea de qué había sucedido pero le había dolido verlo así.

¿Quién se había atrevido a tocar a Harry?

El sonido del hervidor le hace volver a la realidad y seca sus lágrimas con las mangas de su sudadera.

Rápidamente pone dos bolsas de té en cada taza junto a dos cucharadas de azúcar, vierte el agua caliente y deja las bolsitas usadas sobre un pequeño plato.

Toma ambas tazas y sube las escaleras, tenía que preparar su botiquín de primeros auxilios y no recordaba dónde lo había dejado, nunca había tenido que usarlo.

Deja ambas tazas en su mesita de noche y camina hasta su closet, toma una de las tantas cajas que había y comienza a revisarlas, en algún lado debía estar.

Abre otra caja y se frustra al no verlo, llamaría a su madre pero esta se preocuparía, seguramente pensaría que estaba herido y lo estaba, pero no físicamente.

La puerta del baño se abre y Harry sale de este con la toalla, su ropa húmeda y un bóxer sin usar entre sus manos.

—¿Dónde...?— Louis apunta hacia su canasto y Harry deja su ropa en el interior de este.

—Sientate en la cama por favor— Harry obedece y vuelve a bajar su mirada, en cambio Louis vuelve a su trabajo de encontrar su botiquín.

Sólo bastaron un par de segundos antes de que lo hallara.

—Al fin— murmura para sí mismo y camina con este hacía a Harry, se sienta a su lado y abre su pequeño botiquín.

Saca el algodón, las gasas, el suero fisiológico y por si acaso una crema antiséptica.

Harry miraba todo lo que usaría con atención y finalmente levanta la mirada hacía a Louis, tenía su ceño fruncido y sus ojos aguados.

—No te preocupes, estoy bien— Louis vierte suero fisiológico en el algodón y finalmente pone sus ojos sobre Harry, pone una de sus manos en el mentón del ojiverde y limpia la herida de su labio inferior.

—No me digas que no me preocupe cuando estás en este estado— susurra con la voz firme y se dedica en limpiar los cortes que habían debajo del ojo de Harry, este suelta un suave quejido y decide mantenerse en silencio.

Aprovechaba de observar a Louis, tenía miedo de que ese sería el día en dónde se sabría toda su verdad, en dónde sus secretos se habían vuelto tan grandes que ya no podía cubrirlos.

Louis observa por ultima vez el rostro de Harry y asiente estando conforme.

—Toma una de las tazas de la mesita de noche, ¿tienes frío?— el ojiazul observa el cabello del ojiverde y va por su secador de pelo— te secaré el cabello.

Cuando Harry apenas toma la taza de té, una manta es puesta sobre sus hombros y seguido de eso siente el sonido del secador.

Toma un suave trago a su taza y sabe que a penas Louis terminara de secar su cabello tendrían que hablar.

Finalmente había llegado el momento.

Dandelions |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora