Louis aún se sentía un poco desorientado, no sabía en que momento había pasado tan rápido el tiempo.
De pronto se encontraba arreglando la chaqueta que estaba puesta sobre sus hombros y viendo de reojo como Harry jugaba con un par de anillos que tenía entre sus dedos.
El día del juicio había llegado y el ojiazul sabía que todo lo que ocurriría ahí dentro sería decisivo.
Suelta un suspiro y mira la hora en el reloj que adornaba su muñeca, lame sus labios y camina hacia a Harry, se agacha frente a el y toma sus manos.
El ojiverde pone su atención en Louis y este le sonríe, con una de sus manos abre el cajón de la mesita de noche que estaba a su costado.
—Tengo algo para ti— murmura y tantea con la punta de sus dedos el interior del cajón, hasta que logra encontrar la pequeña cajita.
Saca esta y se la muestra al ojiverde.
—Louis... — el ojiazul niega y la abre, en su interior había un anillo, se parecía mucho a los que Harry acostumbraba a usar.
—Sabes que no podré entrar y no estaré contigo, pero si tienes esto recordarás que sólo estaré a un par de metros de ti—no apartaba la mirada del chico frente a él, quería hacerlo sentir seguro, porque todo saldría bien ese día.
—Gracias— una pequeña sonrisa se forma en los labios de Harry y es suficiente para que Louis se sintiera satisfecho.
De todas formas ese anillo también era un calmante para él, ya que sabía que estaría demasiado nervioso a fuera del establecimiento mientras esperaba el veredicto final, quería lo mejor para Harry.
Una llamada en el celular del ojiazul los hace separarse, su madre había llegado a por ellos.
Louis se inclina para dejar un casto beso en los labios del rizado antes de contestar la llamada e indicarle a su madre que ya estaban bajando.
—Bien, llegó la hora— murmura y el ojiverde asiente, pone el anillo que le había obsequiado Louis en su dedo anular y se levanta.
Ambos adolescentes estaban jodidamente nerviosos y Louis se siente aun más a la deriva cuando tiene que quedarse afuera, su madre y Harry habían entrado.
El padre de Louis se acerca al castaño y pone una de sus manos en el hombro derecho de su hijo para reconfortarlo aunque sea un poco.
—Todo saldrá bien, ¿quieres comer algo para los nervios?— el ojiazul titubea antes de asentir, tenía hambre cuando habían sentido del departamento, pero en verdad no había querido comer nada porque sentía un agujero en su estómago.
—Sí, me vendría bien comer algo— susurra y se voltea hacia a su padre, este le da una sonrisa tranquilizadora y baja los pequeños escalones del lugar.
—¿Quieres comer pizza? Pero no le digas a tu madre, si se entera que te dí eso de desayunar me cuelga— el ojiazul ríe y por un momento olvida un poco su nerviosismo.
Sus padres eran tal para cual, Louis creía que por eso tenía tan altas expectativas en el amor, ellos siempre habían demostrado ser el uno para el otro y a pesar de que ya llevaban muchísimos años juntos esa chispa que había entre ellos jamás se había apagado, verlos juntos era como ver a dos adolescentes.
—Será nuestro secreto— estira su puño cerrado y su padre choca el suyo con este.
Louis sigue al mayor de cerca, tenía una pequeña sonrisa en sus labios mientras intentaba decidir en su mente que pizza pediría, su mirada se pone una última vez en el tribunal y ladea su cabeza hacia a un lado cuando ve una cabellera negra que se le hacia un poco familiar.
¿Sería...? No.
No había manera de que fuera.
Aparta la mirada y entra en el vehículo de su padre, seguramente su mente estaría jugandole una mala pasada, debía ser eso, sí.
Cuando Harry la vió sintió como si le arrebataran todo el oxígeno de sus pulmones, había quedado totalmente paralizado en su lugar, de pronto ya no tomaba en cuenta lo que sucedía a su alrededor, su mirada estaba puesta en ella.
En su madre.
No podía creerlo, lleva ambas manos a su cabello y las deja ahí, aparta la mirada y comienza a masajear su cuero cabelludo, en cualquier momento se arrancaría un par de mechones, estaba ahogándose en la rabia.
Harry baja sus manos y las pone sobre su regazo, es ahí cuando ve el anillo de Louis, de forma inconsciente se lo lleva a los labios y le da un casto beso.
Estaba asustado.
El ojiverde sentía que literalmente no le podía ir peor, había llegado con expectativas altas y sólo sacó una cosa buena de ese juicio.
Su padre nunca más estaría cerca de él otra vez.
Pero lo peor de todo es que no había quedado con una familia temporal como lo habían planeado, no. Su madre tenía su custodia, le habían dado la custodia a Elena, no podía creerlo, no quería hacerlo.
Cuando el juez sentencia que Harry debía estar con su madre en ese breve tiempo antes de decidir que haría con su vida el ojiverde se voltea hacia a Amelie, esta lo veía con ojos apagados y esa característica sonrisa no estaba en sus labios.
Mierda.
—No quiero, no quiero irme con ella— susurra con la voz rota y es ahí cuando Amelie se rompe, se inclina hacia el menor y toma una de sus manos mientras susurraba "lo siento" una y otra vez.
Las personas comienzan a esparcirse del lugar, el juicio había concluido.
Harry se queda quieto en su lugar cuando siente unos tacones resonar cerca de él, no se quería voltear.
—Harry... — incluso hasta su voz la había olvidado y ahora escucharla otra vez, no podía.
—Déjame solo— murmura y su mirada se queda puesta en Amelie, ella si tenía la mirada sobre Elena.
—Tenemos que irnos, pasaremos a buscar tus cosas- — el ojiverde la corta antes de que pudiera terminar.
—No, no quiero irme contigo.
Finalmente voltea a ver a la persona que biológicamente era su madre, su mente recuerda la fotografía que había quemado en la habitación de Louis y ella seguía prácticamente igual, la única diferencia era que su piel tenía pequeñas arrugas en algunas zonas de su rostro, pero tenía la misma mirada.
Seguía siendo la misma.
—No puedes hacerme esto, no debías volver, no tienes el derecho— el rizado se levanta de su lugar y Amelie lo sigue—debe haber alguna de forma, no quiero irme contigo.
—Tengo tu custodia, no hay nada que puedas hacer por ahora, te explicaré todo, pero por favor ven conmigo— el ojiverde aparta la mirada, se sentía contra la espada y la pared.
—Dale tiempo, tiene que procesarlo aún— finalmente la voz de la madre de Louis se une y la mirada de Elena se pone sobre ella, la madre de Harry termina asintiendo y da un paso hacia atrás.
—¿Dónde estás viviendo?
—En California.
Mierda.
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Dandelions |Larry Stylinson|
FanfictionLouis y Harry eran amigos desde pequeños, los balcones de sus habitaciones estaban uno frente al otro y fueron muchísimos días y noches en donde las risas cómplices se volvieron infinitas. Ya en su adolescencia, Louis no se conformaba con sólo tene...