Para muchos lo primordial es la línea de sangre, pero ¿Que importancia tiene eso cuando lo que prima es el amor?
Nuestra sangre no nos define como personas, ni fija nuestro destino, solo podemos ser víctimas de aquel primitivo y audaz ladrón llamad...
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Cuando llegamos al final de la escalera frenamos de golpe, puesto que casi nos llevamos por delante a dos de los elfos domésticos, pero hubo un problema, y era que Draco no logro frenar bien, por lo que cayó, a lo que seguidamente se enojó
-¡Tonta alimaña, fíjate por donde caminas!- exclamó en tono enojado, lo cual me recordó a Lucius, seguidamente hablo el pobre elfo levantándose del suelo
-Amo Draco, Dobby se disculpa, Dobby mirará bien la próxima vez para no obstruir el camino del joven amo- decía el pobre elfo con cara de suprema pena y dolor, puesto que se sentía mal por lo que acababa de ocurrir
-Pues más te vale que lo cumplas- terminó de decir Draco, poniéndose de pie y tomando su porte tan característico de un Malfoy.
Eso me hizo enojar, era algo con lo que vivía en conflicto con él, no soportaba como trataba a sus sirvientes, he de decir que Lucius era peor, pero Draco sabía lo mucho que yo cuidaba a los elfos, pues no era para nada justo el hecho de que ellos le hicieran todo y él aun así no lo respetara, tuve que intervenir por supuesto.
-¡Draco Malfoy!- exclamé enojada, él enseguida paro su caminata y volteo hacia mí con una cara de disgusto total, que en cuanto vio mi expresión de regaño, se relajó, pues sabía muy bien lo que pasaría a continuación, pero antes de regañarlo, le tire una mirada de estate quieto, y ayude al pobre elfo a terminar de levantar lo que había traído consigo antes del incidente.
-Aquí tienes Dobby, disculpa la actitud de Draco, a veces se le olvidan sus modales- tan pronto como terminé de decir aquello le tiré una mirada a Draco de reproche, por lo que simplemente desvió su mirada hacia otro lado.
-Muchas gracias ama Adara, Dobby tendrá más cuidado la próxima vez- dicho eso, me dio una sonrisa y desapareció con un crujido
Me paré de la posición en la que me encontraba, sacudí mi vestido color azul oscuro que combinaba muy bien con mis ojos había de admitir, me dirigí en paso seguro hasta Draco, él estaba tratando de acomodarse la ropa puesto que gracias a la caída había quedado desorganizada, y sabia lo frustrante que era para él no estar bien presentado.
Solo tenía ocho años y era la persona más perfeccionista que había conocido, yo lo entendía porque sabía de su inseguridad por el hecho de no poder encajar bien y defraudar a sus padres, así que antes de que le diera un ataque de ansiedad me posicioné frente a él y lo ayudé.
-Draco- lo llamé, él no quería dirigirme la mirada, estaba concentrado en acomodarse la túnica, así que puse mis manos sobre las suyas y lo obligue a mirarme -Déjame ayudarte- dije
Él con un poco de ofensa en sus ojos y orgullo finalmente me dejó, terminé de organizarlo bien, aun así no me hablaba, pero por cortesía sabía que debía hacerlo.
