Para muchos lo primordial es la línea de sangre, pero ¿Que importancia tiene eso cuando lo que prima es el amor?
Nuestra sangre no nos define como personas, ni fija nuestro destino, solo podemos ser víctimas de aquel primitivo y audaz ladrón llamad...
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Me desperté por los rayos de sol que entraban por la ventana, no sabía muy bien que hora era, sin embargo aquel brazo que me rodeaba me recordó todo lo de anoche, me froté los ojos y me volteé ahí estaba aquel hombre que se había ganado mi corazón, y con el que había pasado una noche muy apasionada, verlo dormir con una sonrisa en su rostro no tenía precio, su cabello todo revuelto, sus labios rosados, todo de él me parecía adorable, intenté moverme un poco para pararme de la cama, sin embargo su brazo me atrajo más hacía él, quedado casi frente a frente
-Buenos Días Amor- dijo con aquella voz ronca que me encantaba
-Buenos Días- respondí depositando un beso en sus labios
-¿Cómo dormiste?- preguntó desperezándose un poco
-¿Tú como crees?-
-Tan bien como yo supongo, caí como piedra-
-Después de lo de anoche me sorprendería si no fuera así-
-Mmm me encantó todo, eres una diosa en la cama- dijo para besarme con voracidad nuevamente -Quiero más-
-Mi amor, a mi también me encantó sin embargo tendrá que ser otro día- dije depositando un beso en la punta de su nariz
-¿Por qué?- preguntó como un niño pequeño
-Porque es navidad amor y ambos debemos ir con nuestros padres, a quienes hemos dejado todos solitos-
-Tienes razón- seguido de esto me dio un beso en la mejilla y se sentó al borde de la cama, por lo que tuve una buena vista de su espalda y me quedé estupefacta, estaba toda llena de morados, mordiscos y aruñones, no podía creer de lo que había sido capaz, él al ver que me quedé callada de repente se volteó a verme
-¿Qué pasa linda?-
-Tu espalda, amor cuanto lo siento- dije sintiéndome culpable al instante, no había medido mi fuerza y el deseo
Él se paró con un poco de dificultad pero seguía manteniendo su sonrisa intacta, se acercó al espejo de la habitación y al verse su sonrisa no cambió
-Te curaré en un instante, lo prometo- dije buscando mi varita con desespero y conteniendo el llanto que se asomaba por mis ojos
-Ey, amor, amor tranquila- dijo llegando a mi lado a abrazarme
-Lo siento mucho, jamás quise lastimarte, debí controlarme más yo- no me dejó seguir hablando porque me besó rápidamente
-Soy yo, el que debería estar preocupado, no tu mi vida, estoy bien-
-No trates de hacerme sentir mejor Marck, mira tu espalda, por Merlín- estaba muy molesta, tanto tiempo practicando mi autocontrol y por esto había lastimado a una de las personas a las que más quería
