Para muchos lo primordial es la línea de sangre, pero ¿Que importancia tiene eso cuando lo que prima es el amor?
Nuestra sangre no nos define como personas, ni fija nuestro destino, solo podemos ser víctimas de aquel primitivo y audaz ladrón llamad...
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Era la semana antes de los E.X.T.A.S.I.S, y la pequeña semana de "vacaciones" para muchos, menos para mi y los de mi curso, había hablado con mamá de quedarme en el castillo para estudiar, lo cual ella respetó, además entendió que era mi último año en Hogwarts así que no puso problema. Algunos estudiantes habían decidido ir a su casa esa semana, sin embargo la mayoría de mi generación se encontraba en el castillo atrapada entre libros, algunos ni siquiera dormían pues la presión era cada vez más.
Además también llegaba la final de la copa de Quiddicth, los finalistas eran Slytherin y Gryffindor, así que el espíritu de rivalidad aumentó aún más, tanto así que se presionaban entre ellos, pero en especial a Draco, pues él era el buscador y todo se resumía a como iba a destrozar a Potter, aunque en su mundo ya era normal. Nadie recordaba un partido precedido de una atmósfera tan cargada. Cuando las vacaciones terminaron, la tensión entre los equipos y entre sus respectivas casas estaba al rojo. En los corredores estallaban pequeñas peleas que culminaron en un desagradable incidente, en el que un alumno de cuarto de Gryffindor y otro de sexto de Slytherin terminaron en la enfermería con puerros brotándoles de las orejas.
Potter lo pasaba especialmente mal. No podía ir a las aulas sin que algún Slytherin sacara la pierna y le pusiera la zancadilla. Crabbe y Goyle aparecían continuamente donde estaba él, y se alejaban arrastrando los pies, decepcionados, al verlo rodeado de gente. Wood había dado instrucciones para que Potter fuera acompañado a todas partes, por si los de Slytherin trataban de quitarlo de en medio. Si un poco obsesivo desde mi punto de vista, pero para unos adolescentes hormonales con los humos altos por una copa y la gloria de humillar al otro, les era más que suficiente para hacer esas idioteces. Toda la casa de Gryffindor aceptó la misión con entusiasmo, de forma que a Potter le resultaba imposible llegar a tiempo a las clases porque estaba rodeado de una inmensa y locuaz multitud.
La mañana del partido todos vitorearon a los leones al entrar, menos nosotros los Slytherins, obvio yo no lo hacía por rivalidad ni mucho menos, era solo que el ambiente ya estaba demasiado tenso en mi casa y no quería problemas, ya que los chicos estaban más hormonales e impredecibles que nunca. Mi hermano se encontraba más pálido de lo normal y siendo "motivado" por su capitán, quien parecía más bien estar amenazándolo, así que no lo soporté llegue a su lado, lo tomé de la túnica y lo saqué de ese lugar, sin importarme un demonio lo que fueran a decir de mi, Draco iba a tener un ataque de ansiedad por su culpa, no iba a permitirlo.
Así que cuando lo solté, estábamos en un aula cerrada donde él rápidamente se aflojó el uniforme como pudo para poder respirar bien, ahí fue cuando me di cuenta que el ataque ya había comenzado, así que me acerqué a él y lo ayudé a soltarse la corbata, quitarse la capa y desabrochar un poco su camisa, necesitaba sentir que le llegaba aire, seguido de eso me ubiqué en su espalda y comencé a acariciarla.
