Para muchos lo primordial es la línea de sangre, pero ¿Que importancia tiene eso cuando lo que prima es el amor?
Nuestra sangre no nos define como personas, ni fija nuestro destino, solo podemos ser víctimas de aquel primitivo y audaz ladrón llamad...
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Finalmente llegamos, el hermoso Callejón Diagon. Mi cara lo decía todo, sentía la emoción y el ansia brotando por cada uno de mis poros, ya quería comenzar a comprar todo, así que saque a jalones a mis padres del lugar, los cuales simplemente rieron al ver mi cara, mi madre era la que me entendía más, pues ella también había pasado por esto hace años.
-Bien Hela cariño, primero que todo respira- me dijo mi padre lo cual hizo que se ganara mi atención –Haremos las cosas en orden ¿De acuerdo?-
-Está bien Padre-
-Ve con tu madre a Madane Malkin por tus túnicas, mientras tanto yo iré por tus libros a Flourish y Blotts, luego buscaremos lo demás- rápidamente asentí con la cabeza y me dirigí hacia ese lugar con mi madre pisándome los talones.
Estuvimos justo al frente de la fachada y entramos, de inmediato sonó una campana anunciando la entrada de alguien a la tienda, no tardó en aparecer una bruja regordeta con una cara amigable que desbordaba carácter, por lo cual intuí que debía ser la dueña del lugar
-Buenos Días Madame Malkin- saludo mi madre
-¡Oh por Merlín santo!, ¿es usted Adriana Alegría?- preguntó la señora algo sorprendida a lo que mi madre asintió y la señora respondió -Parece que fue ayer cuando te vi entrar por primera vez a buscar tus túnicas del primer año- dijo con voz nostálgica y una pequeña sonrisa
-Así es Madame, en definitiva los años pasan volando- añadió mi madre
-Es cierto, pero cuéntame querida ¿Qué te trae por aquí?- preguntó la señora
-Oh por supuesto he venido para encargar las túnicas de mi hija, inicia Hogwarts este año- dijo con una sonrisa en su rostro seguidamente de acariciarme el cabello.
La señora se quedó pasmada al verme, pues la última vez que había ido era hace unos dos años acompañada de Draco y Cissy
-¿Cómo no he podido reconocerte? Mírate mi niña estás gigante, no puedo creer que ya hayan pasado dos años desde la última vez que te vi, ¡cómo has cambiado!, sin duda eres más bella de lo que recordaba- ante las palabras de la señora sentí como mis mejillas estaban tan rojas como un tomate, pues no estaba acostumbrada a tales elogios de partidarios no muy conocidos, pero no me podía quedar callada sería de mala educación, así que alcé mi cabeza y le dije
-Es un placer volver a verla Madame, me alegra que este bien- mi tono de voz era muy propio y refinado, sin duda gracias a mi educación compartida con Draco, ambos aprendimos a hablar como auténticos sangre pura
-Gracias dulzura, bien hazme un favor, ubícate en el mostrador de ahí- dijo señalando el lugar -e iré enseguida- sin más que decir fue a traer los implementos, de repente había un metro a mi alrededor tomando cada una de las medidas de mi cuerpo y Madame estaba tomando nota de absolutamente todo.
