Viajo de la cocina a la cama en estado de embriaguez. Pero no estoy ebria de alcohol, sino de tristeza, de melancolía, de incomprensión.
Viajo de tus labios a tu clavícula aspirando tu aroma. Pero no te diré que te amo, porque primero quiero memorizarte, guardarte bien adentro de mi memoria y nunca dejarte.
Viajo de mi mente a la tuya. Pero no logro escucharte, porque eres mudo. Estática es lo único que siento y me desespero.
Viajo en mis sueños a tierras bonitas. Pero nunca me quedo en ellas porque son demasiado utópicas para mí. Y en ninguna estás tú.
Viajo en cielos de remordimiento y culpabilidad. Pero no me detengo a recapacitar, porque estoy muy ocupada equivocándome otra vez.
Viajo a países justos, donde reina la armonía. Pero no saco la ciudadanía porque siempre tengo que volver a la realidad.
Viajo de los libros a las nubes y de las nubes a la luna. Pero no me quedo mucho tiempo porque necesito respirar, y lo ficticio no funciona como oxigeno.
Viajo en mis pensamientos llena de furia. Pero me deprimo demasiado en esos viajes así que intento no ir, aunque siempre el avión me recoja y me lleve a la fuerza.
Viajo en estas letras y en esta pantalla. Pero me marcho rápido porque no tengo nada bueno que decir. Tan sólo hablo de viajes.
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Absurda.
RandomCada loco con su tema. El problema es que tengo demasiados. Ilustraciones de Sara Herranz.