Absurda.

Alienada.

Si hay algo que tengo muy claro en la vida es que no soy la misma que era hace dos años, quizá ni siquiera soy la misma que era hace dos minutos.
Mi mente se encuentra en constante cambio, fabricando una idea tras otra, perpetuando mi idiotez, blindándola...
Es muy probable que mi amor dure poco, que me aburra de las personas, de mí misma incluso. Necesito el cambio, sentir el progreso, saber que avanzo. El estancamiento me ahoga.
Eso no niega mi capacidad de ser una colosal masoquista algunas veces, como cuando procuro mejorar algo pero no recibo ayuda, y sin embargo sigo ahí...
Sé que suena a que me arrepiento, pero lo cierto es que no hay nada que me encante más que hacer feliz a los demás. Lo curioso es que eso me hace una persona profundamente infeliz, porque nadie procura hacerme feliz a mi, ni yo misma.

Me han dicho un montón de veces que estoy loca, que debería dejar de ayudar a todo el mundo, querer controlar lo incontrolable, y procurar salvarme.
Esas personas no saben que sólo así consigo un poco de redención, esas cosas "masoquistas" me llenan de dicha y ganas de vivir.
Sin mis eternas ganas de ser detallista no soy nada.

Soy un ser complicado, absurda, que odia salir de su zona de confort, quizá más que nada en el mundo, y por lo cual se deja pisotear fácilmente. Eso no está bien, es un pensamiento imbécil que no debería ser repetido. (Sé que hay muchos igual)
Por temor a expresar lo que siento he pecado, millones de veces, callando pensamientos que me pudieron ahorrar quién sabe cuántas lágrimas.
Por tonta, por egoísta, por infantil, por alienada, por eso he fracasado una y otra vez. Huyo, salgo corriendo antes de que explote la bomba (aunque contigo intente enfrentarme a los problemas) porque me da miedo quemarme.

No sé lo que quiero, mucho menos lo que es bueno para mí. Estoy cansada de escuchar a la gente decirme que debería preocuparme por mí misma.
Soy obstinada a morir, y no quiero hacerlo.
Prefiero recibir mil balas que pedir clemencia...