Cuando era pequeña solían fastidiarme las personas acomplejadas.
Aquella tía que se quejaba de su vejez, la prima que rechazaba el pudín porque "estaba gorda", la amiga que se creía mejor que todo el mundo, y la lista era infinita.Cuando era pequeña mi vida era muy simple. Yo jugaba, iba a la escuela, tenía pocas amigas (me gustaba creer que eran verdaderas), veía tv, salía con mi familia, comía, dormía y esas cosas. Nada fuera de lo normal.
Para aquella época todo era de color rosa, la diversión estaba al alcance de mi mano y mi mayor preocupación era no tener el último modelo de la Barbie.Cuando era pequeña jamás imaginé que los números detrás de las comidas me importarían, ni que por un tiempo el espejo fuera mi peor enemigo. Supongo que pensaba que sería feliz por siempre.
Cuando era pequeña mamá me consentía y sacaba tiempo para mí, yo le contaba todo, hasta que un día comenzó a presionarme con mis notas, con mi comportamiento, con mi manera de caminar, con mi forma de hablar. Así que me llevaron a una academia de modelaje, y empecé a ver barrigas planas y piernas flacas. La vida de esas niñas era muy fácil.
Sin embargo, yo seguía prefiriendo el chocolate y el helado, y así hasta que las cosas comenzaron a salir mal.Muchos han tratado de definir el quererse a sí mismo. Muchos han logrado resumirlo en autoestima. Pero pocos se toman la molestia de hablar realmente de lo que pasa cuando ésta no existe.
Todo me sale mal.
No soy buena en nada.
¿Por qué algo de lo que yo haría debería gustarle a alguien?
La gente triunfa y es feliz. ¿Qué tienen ellos que no tenga yo?Estoy muy consciente de que soy una persona difícil y mi objetivo nunca ha sido que se acoplen a mi forma de ser, quizá acabé asumiendo que lo harían, pero no era mi meta inicial.
¿Cuál era?
Aceptación.
Es difícil ser la que tenía un cuerpo diferente en la familia, la que no era tan graciosa ni tan ágil, la que no sabía bailar muy bien, la que tenía opiniones muy adversas al resto.
Al principio ellos eran condescendientes con mi aspecto, pero luego se aburrieron de decirme cosas lindas y comenzaron a hablar con la verdad, y ahí empecé a odiar el chocolate y el helado, y ahí empecé a leer las etiquetas.
Llegado un punto pensé que hasta era mala para adelgazar.Pero eso es normal, ya saben, pasará y en unos años nos reiremos de esto.
A menos que eso no pase, a menos que los años no lleguen y cuando la gente lo note sea demasiado tarde.
Los complejos son tóxicos, se pueden contagiar incluso. Desde no creerse suficiente hasta ingerir cosas indebidas (o no ingerir nada).
¿Mi consejo? Paciencia.
No, no se pone mejor de inmediato. Pero, algunas veces, si intentan realmente, pueden liberarse.Y les aseguro que no hay mejor sentimiento que estar libre de sus propios demonios.
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Absurda.
RandomCada loco con su tema. El problema es que tengo demasiados. Ilustraciones de Sara Herranz.