Mi más grande problema siempre han sido las expectativas. Desearía poder tener un botón que apagara esa necesidad constante que tengo de que me demuestren cosas. Ni siquiera porque no lo merezco, sino porque yo no me paso la vida demostrando mi amor como para esperar que alguien lo haga por mí.
¿Quién inventó eso de que cada mes, cada año, las parejas se deben dar regalos?
Llega el día y todos preguntan ¿qué te regaló? Como si fuese una competencia, como si el amor fuese directamente proporcional al tamaño y valor monetario de un regalo.Yo amo recibir regalos. Me encanta saber que alguien me quiere tanto como para tomarse la molestia de pensar qué me gustaría. Pero no tiene por qué ser una obligación. Creo que es más lindo cuando alguien llega con un brownie y dice "Hey, estaba en una tienda y vi este brownie y recordé que te gustan y te traje uno." O, maldita sea, "recordé que estás pasando unos días de mierda así que simplemente vine a acompañarte porque sé que lo necesitas."
Right there.Pero no, todos esperamos regalos gigantes, arreglos florales a los que tomarles fotos y olvidarlos luego, peluches para abandonar llegado un momento... No queremos regalos para nosotros, queremos regalos para mostrarles a los demás.
Y es que si lo piensan, desde pequeños, muchos salían el día después de Navidad a presumir sus regalos y a mostrarles a todos que los suyos eran los mejores.
Nunca estábamos real y puramente agradecidos, era una competencia...Ojalá pudiera decir que dejé eso de lado. Pero la verdad sí me gusta presumir de lo que me regalan, porque me gusta presumir que alguien me quiere lo suficiente...
Y vuelvo a lo mismo, ¿por qué relacionar los regalos con el amor?
Ni siquiera son cosas hechas por uno mismo, son cosas que intercambiamos por unos cuantos billetes o por deslizar una tarjeta.
¿Siquiera queremos dar el regalo cuando lo damos?
¿Siquiera somos conscientes de que el regalo no está en el paquete, que el regalo es quien lo da?
ESTÁS LEYENDO
Absurda.
RandomCada loco con su tema. El problema es que tengo demasiados. Ilustraciones de Sara Herranz.