Estás ahí, viendo los días pasar, el reloj correr, el cabello caer, la rutina andar, y te preguntas si has vivido lo suficiente. Y luego recuerdas que tan sólo tienes diecisiete años, que te sobra mucha vida. Y ese pensamiento no te alegra, al contrario, te invade una tristeza inmensa, porque no sabes si lo que viene será agradable.
Te provoca ser pequeño otra vez y entonces recuerdas aquellos momentos donde un abrazo de mamá era suficiente, donde un chocolate calmaba las penas. Sonríes porque las cosas con mamá no están bien ahora y el chocolate te hace sentir culpable. Pero eso está bien, es sólo una etapa, ya pasará.
Quieres tener 12 otra vez para llorar porque los protagonistas de la novela no terminan juntos. Pero recuerdas que las cosas en casa nunca estaban bien, así que retrocedes a los 10, pero en la escuela no te sentías bien en esa época. Demasiadas risas cuando caminabas.
Quieres tener 7 y correr tan rápido que no puedas respirar, o 5 para hacer un puchero y obtener muchos helados, o 3 para llorar cuando mamá te deja en la escuela, o 1 para ser el centro de atención de la familia.
Quieres nacer otra vez a veces, aunque es un poco ridículo. Papá siempre te dijo que todo puede ser peor. Por eso aprendiste a fingir sonrisas y reprimir la tristeza.
Sueñas con dejar de sentir ese vacío, que no sabes de dónde salió, ni cómo se hizo tan grande. Te odias por exagerar los problemas, por llenar de drama tu día a día, pero al final sigues lamentándote por todo lo que haces.
Le gritas al ser encerrado en el espejo y vomitas arcoiris para sentirte mejor. ¿Lo logras? No. Pero sigues intentando. Se vuelve rutina, se vuelve necesario, es una obsesión y lo sabes, por eso lo ocultas, por eso finges tantas cosas.
Finges y finges y finges. Si la gente supiera cuánto finges se asustarían.
Te ocultas bajo capas y capas y más capas. Ojalá alguien cavara profundo y llegara al final, pero nadie lo ha logrado. Muchos dicen conocerte, muchos han llegado lejos, pero nadie hasta tu alma, nadie ha conocido tu ser real, ni siquiera tú lo recuerdas, lo has maquillado tanto que no puedes simplemente echar una crema y volver a lo natural. Quieres cavar tu mismo y llegar allí. Quieres que alguien se esfuerce por llegar. Quieres que dejen de adivinar lo que tienes, que tus problemas se reducen a un par de cosas, pero todo es más complicado, siempre lo es contigo.
Lloras. Te gusta llorar. Hay veces en que no logras llorar por algo que crees que lo merece y te sientes insensible. ¿A dónde se fueron tus sentimientos?
Se escondieron de ti, bien lejos de tu voz, esa que les gritaba que se controlasen.¿En qué te has convertido?
¿Qué sigue ahora?Te levantas por las mañanas, sonríes tan bien que te lo crees, haces tu vida como es de esperarse, y vuelves a la cama por la noche a lo mismo.
Una y otra vez.
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Absurda.
RandomCada loco con su tema. El problema es que tengo demasiados. Ilustraciones de Sara Herranz.