No me arrepiento de nada de lo que he dado por amor, absolutamente no, porque aunque terminen mal las cosas, lo hice porque me nació, porque mi corazón dijo "vaya, esto no me cuesta; es más, quiero esforzarme en lograrlo". Todo para que el otro esté feliz.
El amor no es una competencia. No se trata de quién da más, quién es más detallista ni quien paga más veces la cuenta.
Pero a veces soy muy egoísta y me pongo a pensar en que siempre doy demasiado.
Suelo ser muy entregada, de esas que mueve cielo y tierra sólo para que la otra persona sonría, de esas que no escatima en dinero, ni en palabras, ni en acciones, porque me encanta hacerlo feliz.
El problema es que muy pocas veces hacen lo mismo por mí.Doy mi corazón, mi alma, mis suspiros, mis lágrimas. Sacrifico mi comodidad, hago cosas que no haría por cualquiera, estoy siempre ahí, incluso monetariamente doy demasiado.
No me duele, por más que parezca que sí. Lo que me duele, a veces, es ese pensamiento horrible de "¿por qué no hace lo mismo? ¿No me quiere lo suficiente?"
Claro, eso es un poco tonto porque las personas son realmente complicadas y no todos son tan detallistas a morir como yo, pero para variar quisiera que alguien hiciera el sacrificio.Dar demasiado siempre ha sido un problema para mí. En el amor, la amistad, hasta en lo académico.
No puedo culpar al mundo por ello, por ser tan jodidamente dedicada a la gente. Tan sólo puedo pedir que alguien valore eso y se tome el tiempo de pensar en qué quiero, en qué sería mejor para mí. Que pregunte, que averigüe, que se interese, que haga esas bobadas que me matan, así sea una vez al mes, así sea en una muy pequeña cantidad.Y hay quienes lo hacen, yo lo noto, esos pequeños detalles que no se me escapan, esos cambios que hacen por mí. Y por eso precisamente no me detengo siendo especial, porque noto esas cosas y quiero hacer más.
Si la otra persona lo merece, ¿por qué no?Así que si eres de esos que no son detallistas, tomate el tiempo de serlo a veces.
Unos buenos días alegran, y mucho, son gratis y no te demoras nada dándolos.
Un chocolate casual es un detalle simple, pero muy íntimo, en especial si te tomas el tiempo de pensar qué le gustaría.
Preguntarle a un amigo cercano qué hacer, porque no está mal pedir ayuda, y hacerlo.Eso es importante, porque los que damos demasiado siempre hacemos y los que sólo reciben siempre prometen.
Es cuestión de encontrar una nueva zona de confort, porque les aseguro que esa es aquella en la cual su pareja, su amigo, su familia, se sienta bien, por más que sientan que ustedes no "son así", que no saben dar regalos y que las muestras de afecto se les antojan pesadas.
Nada se pierde con intentar y si lo logran la recompensa lo vale, muchísimo.
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Absurda.
RandomCada loco con su tema. El problema es que tengo demasiados. Ilustraciones de Sara Herranz.