Capítulo 32

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ʟօs ċʀɛʏɛռtɛs ռօ քɛʟɛaռ, se lo ɖɛʝaռ a Dios.

Sentada en el sofá, estaba lista para ir a la iglesia pero, esperaba poder avisarle a Santiago para que este, no enloqueciera. Estaba muy atento últimamente, y no le molestaba, al contrario, trataba de entenderlo.

Observó a Santiago bajar y suspiró, pensó que la conversación de madre e hijo nunca terminaría.

—¿Saldrás?—preguntó Santiago cuando estuvo frente a ella.

—Iré a la iglesia, sé que es de noche pero no soy de ir solo los domingos a la iglesia —trató de explicarle para que no se molestara.

Santiago le sonrió.

—Voy contigo, dame un minuto —pidió.

—¿Vale?—fue más una pregunta que afirmación, Celia frunció el ceño ante la propuesta de Santiago, no es que no hubieran ido a la iglesia juntos pero, después de lo sucedido para nada.

Santiago bajó con una camisa nueva, color blanca y en manos llevaba un suéter negro.

—Usa esto —le extendió el suéter a Celia quien lo tomó sin dudar.

—Gracias.

La embarazada intentó pararse pero, en eso se sintió mareada por lo cual estuvo a punto de caer sentada sino hubiera sido por Santiago.

—¿Estás bien?, dime si te duele algo —dijo Santiago preocupado.

—Solo es un mareo —dijo Celia tocando su frente.

—Sientate, podemos esperar a que te sientas mejor —dijo el ojinegro mirándola fijamente, con preocupación. Estuvo tan perdido en ella, que olvidó que podía ayudarla.

Celia se sentó y se dejó caer hacia atrás. Santiago al verla sentada, buscó alcohol en la cocina, regresó y se hincó frente a ella para ponerle un poco de alcohol debajo de la nariz.

—¿Te sientes mejor?—preguntó y pasó a sentarse a su lado.

—Ujum —musitó Celia acomodándose.

—Te traeré un vado de agua —propuso Santiago y fue a la cocina.

Celia sobre el sofá, con sus dedos empezó a acomodar su melena mientras esperaba a Santiago.

—Sabía que tenías un plan —la señora Samantha mostró su presencia bajando las escaleras. —, endulzarlo poco a poco, aunque te hacías la indiferente.

Celia sonrió y negó con la cabeza.

—Me doy cuenta de que usted no conoce a su hijo, a Santiago sino lo endulzas comete locuras pero, no cualquiera puede hacerlo. Yo lo hago con un buen propósito, él decidió respetar mi decisión, yo solo Callé, cuando él estuvo apunto de explotar; en fin, es entre él y yo.

—Celia, desde ahora quiero que tengas claro que sino dejas a Santiago yo lograré que lo dejes, es que desde el principio te diste cuenta de que no eres bienvenida, no entiendo que sigues haciendo aquí.

—Hay una sola razón —Celia se paró del sofá. —, por la cual sigo aquí, es por el bebé que llevo dentro y el respeto a que le quité meses de la existencia de su bebé a Santiago.

La señora enfureció al recibir tal respuesta.

—Pues...te aclaro que no temeré en pasar sobre ése bebé —señaló el vientre de la chica y luego la señaló a ella en amenaza.

—Mire señora —la voz de la chica se tornó severa. —, con todo el respeto, tenga mucho cuidado con ése bebé como usted lo llama.

—¡Y te..!

Un pecado que pagar  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora