No importa lo más escondido que esté algo, algún día será descubierto.Pablo la dejó en la puerta de su casa, no querían acabar con el reencuentro, eran meses sin verse, Celia sólo venía en vacaciones y muy pocas veces, las cosas no eran nada fáciles para ella después de lo que hizo su hermana su padre dijo que no perdería su tiempo trabajando para hacerlas unas personas de bien y que lo decepcionaran de esa manera.
Apenas Celia entró, todo volvió, esa inseguridad y miedo la invadió por completo, para ella ese momento con Pablo fue insuficiente y muy poco. Se apoyó al marco de la puerta viendo las escaleras y recordándose pequeña. Una sonrisa media mueca se asomó por su labios mientras que una lágrima brotaba por su mejilla izquierda.
—Cariño —Su madre la sacó de sus pensamientos. Sin ser notable ella tenía y sentía el presentimiento de que a ella le pasaba algo pero no quería decirle nada ya que esperaba y tenía confianza en que Celia se lo diría.
Celia salió de sus pensamientos y rápidamente retiró la pequeña lágrima de su mejilla reemplazándola por una típica sonrisa media “estoy bien”
—Pronto empezaré con la cena, hospeda al chico en la habitación de huésped — ordenó su madre.
—Mamá, ahí están mis cosas y lo sabes, también sabes que nadie puede entrar ahí ¿verdad? —reclamó Celia molesta, de tan sólo pensar en que él estaba aquí le ensalzaba el día más de lo que ya estaba.
—Pues acojelo en tu habitación, entiendo que quieras guardar esos recuerdos pero deberías de hacer algo con ellos ¿no crees? —Su madre no era estricta pero eran tres años que tenía esa habitación con esa seguridad como si hubiera diamantes ahí dentro.
Celia soltó un bufido y se adentró a la sala encontrándose a Santiago sentado donde lo había dejado hace unas horas. Abrió la boca para explicar que tendrían que compartir la habitación pero un sentimiento de enojo entró en ella.
—¡¿Porqué no te largas?!— señaló la puerta mirándolo molesta.
—Uno —Santiago le mostró un dedo —. Ahí llevas a mi hijo —Señaló su vientre. —Dos, sigue me y te sigo ¿te acuerdas?
—Cállate —ordenó Celia entre dientes mirando alrededor. —. No entiendo a los hombres primero me cortas y luego me sigues como un perro a su dueño.
—Te equivocas, recuerdas el libro de los cantares cuando el esposo perdió a la esposa la buscó por todas partes, eso es lo que hago — Santiago fingió una sonrisa.
—Santiago ¿qué te pasa?— gruñó Celia —. Tú no eres así, pareces un infantil.
—No lo sé, trato de complacerte —Santiago se encogió de hombros. Le aguantaría todo sólo porque él reconocía que tenía la culpa de todo lo que estaba pensando.
Celia vaciló uno y otra vez. — Hay ya, sigue me —ordenó dándose la vuelta y subió a su habitación quedándose algo sorprendida al verla igual como la había dejado.
—Está tal como...— dijo emocionada pero no continuó.
—Hasta con tu familia te apasionada la privacidad — comentó Santiago.
—No puedes quedarte en la habitación de huésped ya que... Está ocupada con algunas cosas —Celia trató de explicar sin dar detalles. —Éste sofá es cama a la vez, no es igual que una cama pero tú te lo buscaste, debes dormir te cuando yo lo haga ya que siempre le pongo seguro a la puerta.
—Celia...— Santiago se le acercó despacio poco a poco. —. Enfrentamos lo juntos tal vez así no sea tan malo.
—No empieces, te lo suplico de verdad no quiero empeorar —Celia salió de la habitación para no entrar de nuevo en lo mismo, quería escapar, escapar de algo que era su destino su vida. Ayudó a su madre con la cena y mientras lo hacía llegó su padre quien la saludó como si había estado en casa como siempre.
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Un pecado que pagar ✔
Spiritualité-Estoy embarazada - le confesé y fue como tomar un control y pausar la tele pero a él le pause él tiempo. Sé que cortó conmigo pero sólo no quería ocultárselo. Se acerca rápidamente a mí y levanta mi blusa, me estremezco por él frío y sobre todo po...